Merche Toraño
Año nuevo, vida igual
Nochevieja y tradición

Consumido ya el año 2022, el 31 de diciembre, como manda la tradición y cumplidas las doce de la noche, la mayoría, hemos recibido al que comenzó con una celebación de bienvenida en la que elevábamos nuestras copas por el recién llegado mientras llenábamos nuestras bocas con una retahíla de buenos propósitos que, como cada Nochevieja, se sumergieron hasta ahogarse en ese primer sorbo de champán, cava o sidra con que corroboramos el brindis.
¡Qué fácil es manifestarse con palabras que no sentimos en el alma, con frases hechas y vacías de contenido real en las que se expresan deseos con el propósito de que los cumplan otros: “paz en el mundo, trabajo, bondad en las personas …” hasta cosas tan abstractas por imposibles como salud y amor para todos, y finalizados con la manida y poco reflexionada frase de “Año nuevo vida nueva” para continuar al día siguiente con la misma que teníamos: próspera, miserable, hipócrita, anodina, desquiciada, aburrida, ambiciosa, estresante, mendaz, inoperante, envidiosa, efímeramente feliz, oportunista, opulenta o resignada. En fin, así somos los humanos, y esto puede llegar a entenderse en una circunstancia como esa de jolgorio propiciada por una tradición en la que, como en todas las demás, caemos por un “mandato” de origen gregario sin saber a ciencia cierta por qué lo estamos haciendo; por tradición, es nuestra reflexión . pero ¿qué significa una tradición? Es sencillamente una trasmisión de hechos que se van manteniendo de generación en generación nos sintamos o no identificados con ellos.
Las tradiciones tienen que ver con nuestros sentimientos acumulados, por las vivencias familiares, referencias que son transmitidas en el tiempo y que aceptamos, mimetizamos y hasta disfrutamos, generalmente sin preguntarnos lo verdadero o no de sus porqués. Lo cierto es que. además de para conservar costumbres, sirven, verbi gratia, para que por un día nuestra vida sea un poco diferente a la de la rutina diaria, Pero tal vez resulta inútil y anticuado, utilizando unos eufemismos para calificarlo, el hecho de que años y años después continuemos con las mismas frases de redención y buenos deseos que nadie intenta el mínimo esfuerzo porque se cumplan ni tan siquiera en su universo personal. Mientras, el amor entre los humanos continuará canjeándose por las rencillas, deslealtades, oportunismos, las envidias, mentiras e hipocresía entre los de a pie y en guerras, más dañinas para el colectivo humano, entre los poderosos, también esto es tradicional entre los que manejan el mundo, ese mismo mundo cuya paz continuará sin lograrse porque no está en las manos de los gobernados que brindamos ingenuamente por ella un año tras otro sino en las de esos que detentan el poder mundial. Y el mayor problema radica en que son personas con los mismos sentimientos, debilidades y actitudes, que todos los demás mortales pero con más e inmensas fortalezas que los que tenemos que bailar al son que ellos tocan.
Al fin y al cabo, pedirle cosas al año es una tradición ingenua y no produce daños colaterales pero no estaría mal por nuestra parte una pequeña reflexión antes de aceptar per se alguno de los otros hechos que acostumbramos a celebrar con la injustificable excusa de conservar las tradiciones, porque hay algunas burdas ,salvajes, anacrónicas, inhumanas en su práctica e injustificables a todas luces.
Para terminar, y como la felicidad radica un poco en la valoración que nosotros mismos le demos a lo que ocurre en nuestra vida, hayáis pedido lo que hayáis pedido, os deseo de corazón que cada uno tengáis vuestro feliz 2023.
Imagen de - edad de niebla -