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  • Foto del escritorBelén Matanza

A mi edad me hago "pipi" ¿y qué?



Lo tenemos tan interiorizado que las pérdidas de orina a cierta edad se consideran algo normal y fruto del envejecimiento. Sin embargo, son un problema de salud importante que afecta a millones de personas en todo el mundo, pero la vergüenza que sienten quienes la padecen y el temor al rechazo social hace que esta enfermedad se encuentre infravalorada, tanto por la falta de información como por el propio ocultismo de los afectados.


A pesar de que la incontinencia urinaria atañe gravemente a la calidad de vida de los pacientes, limitando su autonomía y afectando su autoestima, lo cierto es que apenas es motivo de consulta médica, por lo que, los enfermos ni están valorados ni controlados. Por este motivo es fundamental que desde las consultas de atención primaria las enfermeras identifiquen a los pacientes que presentan esta patología al objeto de barajar la opción terapéutica más adecuada, pues el fracaso en el manejo de esta enfermedad es debido principalmente al error en el diagnóstico y al empleo de tratamientos inadecuados.


Es necesario que las enfermeras interroguen a sus pacientes sobre este problema pues no se suele acudir a la consulta de atención primaria para tratar esta patología, por lo que es necesario que los profesionales sanitarios se conciencien sobre la necesidad de tratar esta problemática y tomen la iniciativa para identificar cuales de sus pacientes están afectados. Una vez determinados estos debe pasarse a la evaluación de los mismos realizando un examen físico, que debe incluir de forma imprescindible la valoración del estado físico, estado mental, obesidad, movilidad, examen abdominal y examen pélvico con evaluación de la musculatura del suelo pélvico.


Para realizar un adecuado diagnóstico es preciso conocer la frecuencia miccional, la cantidad de orina que se elimina, cuántos episodios de incontinencia han experimentado, las actividades que estaban realizando cuando se produjo el episodio y los líquidos ingeridos, para lo cual es habitual cubrir un diario miccional. Esta evaluación permitirá a la profesional sanitaria identificar el tipo de incontinencia urinaria, pues no hay una única incontinencia, sino que hay diferentes modalidades de las que seguro habéis oído hablar.


Así tenemos la incontinencia de esfuerzo que son las pérdidas de orina que se producen con los pequeños esfuerzos, por ejemplo, al toser y que es debida a la debilidad de la musculatura del suelo pélvico. La incontinencia de urgencia producida por la inminente necesidad de orinar que impide que lleguemos a tiempo al baño. La incontinencia mixta, que está asociada tanto al esfuerzo como a la urgencia. La incontinencia refleja propia de las lesiones medulares en las que el paciente no siente el impulso de orinar pues están bloqueadas las señales nerviosas de la médula espinal. La incontinencia postmiccional que consiste en la pérdida de una pequeña cantidad de orina después de haber hecho “pipi”, que es más propia de los varones y que provoca problemas estéticos e higiénicos. También está la incontinencia por rebosamiento, que se produce tras una retención urinaria y debida a una sobredistensión vesical y la incontinencia funcional producida por limitaciones físicas o psíquicas que van a impedir al paciente usar el retrete. Se habla de goteo continuo en la que la pérdida de orina es continua debido a malformaciones, postcirugía o alteraciones neurológicas.



Es fundamental identificar el tipo de incontinencia que padece el enfermo pues la alternativa terapéutica va a depender de ello. Así en la incontinencia de esfuerzo se suele recomendar la electroestimulación y el biofeedback. En la vejiga hiperactiva tratamiento farmacológico, biofeeedback y neuroestimulación tibial posterior y en la mixta se puede precisar una terapia mixta.


Como veis los tratamientos son múltiples y variados como lo son los tipos de incontinencia y como última opción se puede acudir a la cirugía reconstructiva, pero es necesario diferenciar adecuadamente la incontinencia que estamos tratando, pues el éxito del tratamiento va a depender de haber escogido la opción terapéutica más conveniente.


Y si te haces “pipi” a una cierta edad no es normal, sino que debes consultarlo con el médico y tratarlo adecuadamente, pues tu calidad de vida va a mejorar solucionando el problema. No es una cuestión baladí a la que no debamos dar importancia, es verdad que la vida del paciente no esta comprometida pero afecta enormemente en su vida cotidiana y puede provocar angustia, aislamiento social, depresión e incluso estigma social.


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