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  • Foto del escritorMerche Toraño

Algo tienen los zapatos de mujer


Algunos de los que guardo y que todavía me pongo en ocasiones


Mis muy queridos zapatos:

Durante toda mi vida me habéis acompañado a cualquier parte. Cada día a mis pies, estuvisteis conmigo en lo bueno y en lo malo, en eventos y celebraciones, en duelos, paseos, negociaciones, trabajo y momentos de asueto. Protegiendo  mis pisadas siempre, habéis hecho que me sintiera bien y, aunque en ocasiones me hayáis sacado alguna ampolla, no tengo nada que reprocharos, teníamos que adaptarnos la una a los otros.  Me gustaría haber podido guardaros a todos los que habéis pasado por mi existencia, pero solo he podido hacerlo con los que lograsteis sobrevivir gracias a  un menor uso y, por ello, únicamente vosotros podéis seguir en  el lugar que ninguna otra prenda de vestir podrá ocupar en ese espacio de mi casa que es la vuestra. 


Ojeando entre papeles, me encontré con el curioso caso de un hombre que robaba zapatos usados de mujer y cuando la policía lo detuvo confesó que eran su fetiche sexual. Esto llevó mi pensamiento a aquella otra conocida situación ocurrida en los albores de 1900 cuando, en el Mouling Rouge de París, un caballero se servía champán en el botín de su mujer amada y, seguidamente, lo bebía desde esta improvisada y peculiar vasija ante la atónita mirada de las personas que le rodeaban. Y es que algo deben de tener los zapatos femeninos, y a ser posible con tacones altos, cuando enfundando unos pies a los que continuaban unas más o menos largas piernas, han sido, y siguen siendo, icono indiscutible de erotismo en el cine y fotografía o mencionados en la literatura. Algo tienen que tener cuando hasta el etólogo británico Desmond Morris en su libro El mono desnudo apunta que el uso de zapatos altos aumenta el movimiento de los glúteos femeninos al andar, haciendo que ello se perciba como algo bello.


Aunque los inicios del calzado fueron dirigidos a la protección de los pies, pronto surgió la necesidad de diferenciación, de convertirlo en un símbolo de estatus y, como consecuencia, de diseño, que se fue sometiendo al mandato de las modas.


En todas las civilizaciones el calzado adoptó atributos y simbologías que fueron más allá de la protección de la parte más baja de nuestras extremidades. Hasta en la fantasía tuvieron connotaciones de tipo simbólico, recordad el cuento de Cenicienta donde el príncipe logra reencontrarla gracias al zapato de cristal que ella había perdido o en la película El Mago de Oz en la que Dorotty, el personaje principal enencarnado por Judy Garland, encuentra el camino de vuelta a casa gracias a unos zapatos rojos. Y es que los zapatos femeninos son una prenda icónica, especialmente los altos. El tacón de aguja consiguió dotar a la figura femenina de unas connotaciones más sensuales al obligar a la mujer a desplazar su centro de gravedad hacia adelante. O las sandalias que permiten ver la desnudez de unos pies, encerrados durante meses debido a las inclemencias del tiempo en algunos lugares.


Debo confesaros que siempre fui una loca por los zapatos y mientras que mi economía me lo pudo permitir ellos fueron mi más absoluto objeto de deseo material. Fijaos haste que punto que cuando iba a un museo, antes de pararme a analizar un cuadro, buscaba los pies de los personajes allí representados, resulta un ejercicio muy interesante para conocer la historia del calzado. Por ejemplo, en los cuadros de Velázquez podemos apreciar como se calzaba en el siglo XVII, hasta se percibe la textura del material utilizado. Tuve muchos muchos. Bien es cierto que mi actividad profesional me exigía disponer de bastantes looks, en mi vida personal, pero creo firmemente que el calzado siempre fue mi fetiche de estilo. No me importaba demasiado el vestido. Si iba correctamente calzada y con algún otro complemento interesante y bien coordinado ya sentía que a mi atuendo no le faltaba nada. Con el paso de los años las prioridades cambian, pero hubo un largo tiempo de mi vida en que los tuve (y conservo muchos) de todos los modelos y tonos, hasta llegué a comprarme dos pares iguales de distinto color para llevar juntos o uno de cada (son el naranja y verde de la foto) Los llevaba separados de su correspondiente pareja con un traje pantalón blanco y como único adorno me ponía unos pendientes de los mismos colores que los zapatos, también uno de cada. Puede pareceros una locura, pero me encantaba y me sigue encantando esa asimetría cromática. Todo es cuestión de atreverse a ponerte lo que te apetezca si con ello te encuentras a gusto. Yo siempre me he atrevido. No sabéis lo bien que nos llegamos a sentir cuando podemos echar fuera de nuestras vidas los prejuicios de origen atávico y logramos gestionar nuestro yo, pasando de nuestro "yo niño" a nuestro "yo adulto" (términos psicológicos): a nuestro yo auténtico, al que sabe sobrevivir y respetar a los que nos rodean siendo fieles a nuestro criterio propio. Pero hablábamos de zapatos... que, en general, son algo que nos gusta a todas las mujeres ¡Bueno a casi tosas! Rectifico por si alguna cuando lea esto dice "a mi no", aunque yo no me la crea del todo. Podemos preferirlos abiertos o cerrados, planos o de tacón, con cuña o sin ella; flats o bailarinas, mules, mocasines, sandalias, de salón, Peep Toes, Mary Janes, Stiletto -que tanto estilizan las piernas, los tipo D'orsay, los Oxford, tenis o zapatillas Converse, tan de moda ahora. Sean los que sean, en cuanto los podemos tener son nuestrooooos, nos pertenecen, y en cierta manera representan una seña de nuestra identidad.



La realidad es que pasan a ser la guinda del pastel de nuestro atuendo, el pedestal de nuestro aspecto personal, nos acompañan a todas partes y siempre están a nuestros pies. La relación de la mayoría de mujeres con los zapatos, confort aparte, es una relación de amor, a lo que debiera sumarse el agradecimiento por hacer que cada vez que los calzamos nos sintamos igual, seamos más altas o bajas, estemos más gordas o más delgadas, porque son el único elemento de nuestro vestuario que nos permite usar siempre la misma talla,


¡Algo tienen los zapatos de mujer!


Imágenes de -edad de niebla -




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