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  • Foto del escritorBelén Matanza

Como nos protege la ley contra el bullying



Ayer me desperté con la triste noticia de la joven de 21 años que se suicidó en el cerro de Santa Catalina como consecuencia del “bullying” al que se vió sometida durante años y que envenenaron su corta vida hasta el punto de preferir poner punto y final que continuar viviendo.

Ello me ha hecho preguntarme los motivos que han permitido llegar a tan lamentable desenlace y como unos hechos que se remontan al año 2003 no han sido denunciados o como mínimo detectados a tiempo para poder aplicar las medidas correctivas que hubiesen sido exigibles.

Primeramente, el propio centro educativo en cuyo seno se produjo el acoso, pues así lo califica la propia víctima en la carta que se ha hecho viral en las redes y que publicó horas antes de acabar con su existencia, ha fallado y además ha incumplido el artículo 1 de la Ley Orgánica de Educación, que entre los principios en los que fundamenta el sistema educativo español incluye el de la educación para prevenir conflictos y para la resolución pacífica de los mismos, reconociendo al alumno el derecho al respeto a la integridad y dignidad personales, y a la protección contra toda agresión física o moral. Está claro que los colegios en los que se hayan detectado comportamientos de bullying tienen que ponerse a revisar su plan de convivencia que debe estar incluido en su proyecto educativo y en la que se tipifique el acoso escolar como infracción grave que conlleve la sanción de expulsión definitiva del centro. Pero además esta sanción debe ser aplicada con mano firme, porque el centro educativo en el momento que detecte o tenga conocimiento de tales comportamientos debe expulsar a los acosadores sin ningún tipo de miramiento, independientemente del nivel socioeconómico de los acosadores y del acosado, porque sorprendentemente cuando se producen hechos de estas características el centro trata de solucionar el problema haciendo irse al acosado y de la misma forma que con el maltrato, la tolerancia debe ser cero con el acoso escolar. Y a los que hay que sancionar como corresponde es a los acosadores, pues muchas veces su comportamiento puede llevar al suicidio de sus víctimas, como tristemente ha ocurrido en el caso que nos ocupa y la sociedad debe repudiar tales conductas y poner los medios para impedir que se repitan.

Ahora lo que resta es preguntarse como se protege a los menores de este acoso que en ocasiones lleva a los niños a quitarse la vida. En el ámbito penal el acoso escolar es un delito. La lista es larga y son muchos los artículos penales en las que se puede incluir las acciones de estas pérfidas criaturas y a título meramente ejemplificativo menciono: delito de lesiones (artículo 147), injurias (artículo 205), calumnias (artículo 208), agresiones o abusos sexuales a menores de 16 años (artículo 178 y 183), amenazas (artículo 169), coacciones (artículo 172). El artículo 173.1 castiga a quien infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral así como actos hostiles o humillantes reiterados que supongan grave acoso contra la víctima. Es más, yo les aplicaría incluso el artículo 143.1 que castiga al que induzca al suicidio a otro, como tristemente ha sucedido.


Pero mi preferida es la vía civil, todo el que causa un daño a otro está obligado a reparar el mismo y a indemnizar el perjuicio ocasionado. Si yo fuese la madre de esta joven presentaría ante los juzgados de primera instancia una demanda multimillonaria para que reparen el daño ocasionado. Y habrá que ver como cifran los tribunales de justicia el daño a reparar, pues truncarle la vida a una joven de 21 años, que tenía todo el camino por recorrer y a la que durante más de diez años le han hecho la vida imposible tiene que conllevar una indemnización de millones de euros porque no hay dinero en el mundo que pueda pagar esta ignominia. Así que paguen. De momento no he visto un comunicado de ninguno de los acosadores pidiendo disculpas públicas, a lo más que he llegado es a ver como uno de los acosadores que declaro en fiscalía alude al principio de presunción de inocencia, sus derechos por lo visto los tiene muy claros, lo que no tuvo tanto fueron los derechos de su víctima a la que literalmente le destrozaron la vida. Si la sociedad fuese justa a la celebridad de internet tenían que cerrarle las redes donde publica y castigarles a ambos al ostracismo social. Que triste que hechos como estos pasen. Y en ellos fracasamos todos, fracasa el colegio, fracasan sus padres, fracasan los compañeros que se han estado callando hasta ahora y falla la sociedad, que de algún modo es la responsable de esta violencia que esta enraizada en la estructura social.

Realmente espero que la muerte de Claudia no sea en vano y que sirva para adoptar las medidas correctoras que impidan que sucesos como este vuelvan a producirse y que la justicia sea implacable con los acosadores, porque o mucho cambian las cosas o en este país acosar y destrozar la vida de los demás cuesta muy poco.


Imagen de - edad de niebla -

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