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  • Foto del escritorBelén Matanza

El ictus. Cómo combatirlo



Ictus, infarto cerebral, derrame cerebral, apoplejía, son muchos los nombres que se usan para referirse a una misma causa. En realidad, el término más correcto y el único que deberíamos utilizar es el de ictus, que engloba toda la patología vascular cerebral, y en el que se diferencian dos tipos, el isquémico, en el que se tapona la arteria y es el más frecuente con un 85% de los casos, y el ictus hemorrágico, que afecta al 15% restante y en el que se rompe la arteria.


Es muy importante reconocer los síntomas del ictus, pues de la rapidez del diagnóstico dependerán la secuelas que van a quedar. No podemos olvidar que el 30% de las personas que tienen un ictus van a tener dependencia, y eso, si tienen la suerte de no morir cuando se produce. Existe una estimación según la cual dos de cada tres personas que sobrevivan a un ictus presentarán secuelas discapacitantes. Más del 62% de los supervivientes van a tener problemas de movilidad.


Los síntomas más habituales son la pérdida de fuerza, los trastornos del lenguaje y alteración del campo visual. Los médicos al hacer la valoración para descartar la existencia de un ictus suelen pedir al paciente 3 cosas: que cierre con fuerza los ojos, que levante los brazos y que le apriete las manos. La pérdida de fuerza se suele producir de forma súbita en una parte del cuerpo, que suele ser un brazo, una pierna o incluso en la cara, pudiendo perder la visión, a veces en uno solo de los ojos. Suele ir acompañada de la alteración del lenguaje. A la persona le cuesta encontrar las palabras, puede hablar pero le cuesta pronunciar y, a veces, no comprenden lo que se les está diciendo. Si el ictus es hemorrágico tienen un dolor de cabeza muy característico que los pacientes suelen definir como el más intenso y peor dolor de cabeza que han tenido en su vida.


A veces hay ictus transitorios, se da en los casos de personas que pierden la fuerza en una pierna pero al cabo de diez minutos se recuperan. Es un craso error no consultar al médico en estos casos porque el ictus puede repertirse. Está comprobado que uno de cada cuatro pacientes volverán a tener un ictus en los cinco años siguientes, siendo la principal causa de la recidiva el abandono de la medicación pautada.


Como en la mayoría de las patologias la mejor medida para combatir el ictus es la prevención, pues debemos tener presente que el principal factor de riesgo es la hipertensión arterial, y constituye el factor evitable y modificable. Este es el principal factor de riesgo, pero también se suman "al carro" la diabetes, el colesterol alto, el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. Y muy relacionado con el ictus está la fibrilación auricular, la arritmia es particularmente importante en la aparición del ictus isquémico.


Para evitar el ictus y las patologías concomitantes que coadyuvan en su producción es preciso llevar una dieta sana y hacer ejercicio. Cada vez que os comento esto me da la sensación de estar repitiéndome, pero es que sigo insistiendo en que somos lo que comemos, y simplemente con controlar la dieta y hacer ejercicio como caminar 45 minutos al día controlaríamos la hipertensión arterial y combatiríamos la obesidad, y con ello, actuaríamos sobre los factores de riesgo que nosotros podemos controlar y modificar.


Se sabe que si fuésemos capaces de controlar los factores de riesgo modificables la incidencia de los ictus disminuiría en un 90%. Y no olvidéis tampoco que ya no es una enfermedad de gente, digamos, “mayor”, cada vez es más habitual oir hablar del conocido que lo tuvo o del joven que estaba perfectamente pero sufrió un derrame cerebral, aunque insisto, lo correcto es hablar de ictus. Así que por favor cuidaos, incluso los niños pueden padecerlo.


Imagen de - edad de niebla -

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