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  • Foto del escritorEstrella Collado

El misterio y la magia de los bosques



Semanas atrás las redes sociales se inundaron del caso de una senderista jubilada, Gerldine Largay, que cumplía el sueño de su vida: recorrer el “Sendero de los Apalaches”, -EEUU- en 2013. Al cabo de dos años fue hallada muerta en su tienda con una nota donde escribió: “Cuando encuentren mi cuerpo, por favor, avisen a mi esposo y a mi hija". En el 2021 conmocionó a la opinión pública americana la desaparición de una familia que fue encontrada muerta, a los pocos días, en un bosque de California cercano al famoso Valle de Yosemite, ninguno presentaba rasgos de muerte violenta. Como estos casos podrían citarse miles en todo el mundo. También y tristemente hemos sufrido en Asturias y en otras comunidades incendios devastadores. El fuego, las talas abusivas, la deforestación...¿Será que hemos perdido el respeto a la Naturaleza y por eso nos castiga? ¿Tal vez los bosques encantados existen?


Los bosques desempeñan un papel primordial en nuestras vidas pero también esconden peligros y misterios que nos son totalmente desconocidos, por ello hay que acudir con respeto y precaución. Y al igual que nuestros ancestros hacer una pequeña ofrenda al Señor de los bosques, para calmar su ira, y encomendarnos a la protección de los árboles. Lo cierto es que, estos, son anteriores a la aparición del hombre sobre la tierra, y en ellos solo habitaban algunas especies animales, faunos, ninfas y “hombres nacidos de los troncos de los árboles”. La mitología y las tradiciones ancestrales de todas las culturas del mundo coinciden en el carácter sagrado y temible de estos espacios. Los pueblos germanos creían en la preexistencia de un árbol cósmico: Yggdrasil, un viejo fresno, que era el eje del Universo, cuentan que de sus raíces fluían las fuentes del conocimiento. En la Biblia se considera que la aparición del hombre tiene lugar seis días después de la aparición de todas las especies arbóreas sobre la tierra.


Todas las creencias son fascinantes, tienen su origen probablemente en hechos pasados, y han ido formando el mito de los bosques que albergaron vida vegetal, animal y humana desde el principio de los tiempos. El ser humano, en una lucha desmesurada, logra domesticar la Naturaleza, y ya en el periodo prehistórico conocido como Neolítico se produce una auténtica “Revolución Cultural”. Sin embargo el misterio del bosque seguirá muy íntimamente ligado a los hombres.


El árbol se divinizó porque gracias a él los colectivos humanos y también animales pudieron guarecerse bajo sus ramas, alimentarse de sus frutos, taparse con sus hojas y calentarse con su madera. Nos lo han dado todo. Por muchas razones, los ámbitos boscosos representan para los seres humanos, desde siempre, el punto neurálgico en el cual confluye el misterio y lo sagrado. El bosque es el reino de la magia donde conviven seres fantásticos y otros terroríficos.


En la mitología griega los Cíclopes, eran una raza de gigantes con un solo ojo, habitaban en los bosques ejerciendo el pastoreo, y eran muy temidos por su salvajismo. Pan en Grecia, Fauno en Roma son los dioses que protegen los campos y los rebaños. Son también sátiros que persiguen a las ninfas para saciar su apetito sexual. Entre el panteón Celta ocupan un lugar privilegiado los dioses-árboles, tejo, roble, haya, manzano y boj. Cernunnos es uno de sus dioses asociado a la Naturaleza, a los bosques a la fauna y a la fertilidad. Podemos ir comprobando como en el arco atlántico los mitos relacionados con los árboles tienen muchas características comunes e incluso se repiten. En regiones del noroeste peninsular nos encontramos con Basajáun señor de los bosques en el país vasco y Navarra –conocido como el Yeti vasco- que suele ir acompañado de su pareja Bisandere. En Asturias habitan los bosques seres como el Pataricu, similar a los cíclopes griegos o al Ojáncano de Cantabria. Ninfas de rubios cabellos llamadas Xanas, custodian tesoros en ríos, cuevas y fontanas. El señor del bosque es el Busgosu, su homónimo cántabro es el Musgoso. Las ninfas cántabras se llaman Anjanas.


Si una persona se pierde por un frondoso y tupido bosque de Noruega o Suecia, irremediablemente temerá encontrarse con un Trol. Estos seres antropomorfos forman parte del folclore escandinavo, una especie de gigantes diabólicos que secuestran a humanos para alimentarse con sus cuerpos. Estas figuras aterradoras se dan en lugares totalmente opuestos y distantes, es el caso del Yeti, hombre de las nieves, o Bigfoot, Osa de Ándara en en macizo de Picos de Europa, quienes según numerosos testimonios han sido y aún son vistos en zonas selváticas de diferentes puntos del planeta. En la costa este de Canadá y en Winconsin, EEUU, existe la creencia del Wendigo, un ser maligno que habitaba esos parajes y al que temían las tribus Algonquin. Según la leyenda este ser fue un cazador que se perdió en las profundidades boscosas y se convirtió en un monstruo caníbal. Otras narran que fue un hombre traicionado por su amada, y para vengarse la mató, y se comió su corazón convirtiéndose en un monstruo come corazones humanos. Estos son algunos del amplio elenco que aún conservan las mitologías de todo el planeta y los enigmáticos personajes que podemos encontrarnos en la literatura popular. En las diversas especies arbóreas bajo sus inmensas y centenarias raíces viven gnomos y un séquito de personajes diminutos con grandes poderes. También las hadas, quienes son la parte más popular y más amable de la vida en la floresta. Están consideradas como espíritus humanoides protectoras de la Naturaleza, son diminutas, pueden volar, y están emparentadas con gnomos, elfos y duendes.


Los árboles son seres sensibles, generosos y bondadosos que nos permiten respirar, y nos hacen la vida agradable, evitan la erosión del suelo, protegen las cuencas fluviales, ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad. Y además ejercen como mediadores entre lo humano y lo sagrado. Que ingrata es la especie humana que permite su desaparición, que los maltrata, los incendia y los asesina impunemente.


Ojalá que se extienda en el mundo la conciencia y la sensibilización medioambiental, pues salvando a los bosques salvamos a las especies y salvamos al planeta.


Imagen de - edad de niebla -


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