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  • Foto del escritorEstrella Collado

El mito del "Preste Juan"



El Preste Juan de las Indias fue considerado como un legendario patriarca, el término que antecede al nombre es el apócope de presbítero. Se cuenta que escribió al Emperador de Bizancio y al papa, en el año 1165, unas “cartas” donde situaba al Paraíso bíblico muy cerca de sus dominios. Este personaje fue supuestamente gobernador cristiano del Lejano Oriente, según narran algunas crónicas medievales, y descendiente de los Reyes Magos.


Gozó de gran fama entre los siglos XII y XV, siguiendo la tendencia de la época en que las Cruzadas ponían su punto de mira en Oriente. Ya que desde la invasión de los mongoles fueron abiertos y quedaron libres los caminos hacia la India. Los caballeros cruzados se iban para buscar el Paraíso Terrenal de cuya existencia no dudaba la cristiandad de entonces. Por esta razón llegó este sacerdote-gobernante, Preste, a un territorio situado entre musulmanes y paganos, colmado de riquezas. Y a tan solo tres días de viaje del Paraíso de Adán y de Eva.


Su nombre aparece por vez primera en Crónica o Historia de las dos ciudades del obispo de la orden del Cister, Otón de Freising. Según esta narración un tal Juan, rey-sacerdote, que vivía en el extremo oriente, más allá de Persia y de Armenia, era un cristiano nestoriano que venció a los dos reyes hermanos que gobernaban sobre los medas y los persas, descendiente de los Magos de Oriente, a los que cita el evangelio de San Mateo, y que regía sobre las mismas tierras que ellos habían administrado.


Parece ser que el origen del mito del Preste Juan tiene su base en la versión distorsionada de la batalla acaecida cerca de Samarcanda en 1141, en la que el sultán Mu’izz aldin Sanyar, gobernante del gran imperio Selyuquí fue derrotado por Ye Liu Dashi príncipe de origen mongol de la etnia Kitan. Para la cristiandad amenazada por el Islam y en vísperas de la ofensiva turca contra Edesa, esa victoria fue interpretada como la de una potencia cristiana frente al Islam. Lo cuál tenía cierta razón de ser pues las tribus proto-mongolas integradas en el janato de Qara Jitai eran budistas y cristiano-nestorianos.


No se sabe a ciencia cierta de su existencia real, pero en 1122, las crónicas narran la visita al papa Calixto II de un misterioso arzobispo llamado Juan de la India, quien había contado a su santidad que el cuerpo incorrupto del apóstol Tomás, presidía los actos festivos de su liturgia anual. Y relataba también que la India era un país maravilloso y muy rico. De tierras muy fértiles regadas por el Pisón, considerado por la Biblia uno de los cuatro ríos del Paraíso Terrenal. El relato que daba total veracidad al Preste Juan, para contento de la cristiandad, tan acorralada por la expansión del Islam, lo completaba una supuesta carta que el sacerdote-gobernante envía a Manuel Comneno, emperador de Bizancio, en la que le invitaba a aceptar su señorío. En ella también describe sus dominios que se corresponden con las Tres Indias dividas en setenta y dos provincias, cada una gobernada por un rey que pagaba tributo al Preste Juan. Narra un mundo lleno de seres fantásticos, de monstruos y grandes tesoros e inmensas riquezas, palacios, hombres con cabeza de perro, gigantes que a modo de cíclopes tenían un solo ojo, aguas con propiedades para lograr la eterna juventud. No había pobres y nadie codiciaba lo ajeno…,todo ello fue recogido con sendos grabados en el Libro de las maravillas de Marco Polo. Actualmente se ha podido comprobar que las cartas fueron falsificaciones, realizadas en la cancillería de Federico I –Barbarroja-, en connivencia con el arzobispo de Colonia, Rainaldo Dassel, en una estrategia en clave mesiánica para dar a conocer el poder eminente en el exterior con el objetivo político de dar unidad y fuerza a la compleja estructura del imperio germánico integrado por reinos, señoríos eclesiásticos y ducados. Evidenciando el sometimiento de la iglesia al poder del emperador por encima de la autoridad papal. Al igual que el Preste en su carta también Federico pretende una proyección universal de su poder que no conoce límites, y la conquista de Jerusalén y con ella la destrucción de los enemigos de Cristo. No existe constancia de que la “carta” fuese contestada por el emperador. Aunque si, lo hizo el papa Alejandro III, quien sabía perfectamente de la autoría y de los fines de la misma. Y siguiendo el juego al emperador, se dirigía al Preste Juan, rey de las Indias pero sin citar su condición sacerdotal. En síntesis el mensaje del papa era que él era el líder indiscutible de la cristiandad y el responsable de guiar y corregir los desvíos de sus fieles por muy poderosos que estos fueran.


Así con las paces del papado y del emperador, la figura de rey-sacerdote de las Indias desaparece de la historia. Para resurgir con fuerza en el escenario de la Quinta Cruzada, cuarenta años más tarde que, por cierto, fue un auténtico desastre.


Podemos deducir que esta figura que gozó de tanta popularidad, no fue más que una creación propagandística de la época, capaz de generar ilusión, para despertar esperanza y entusiasmo entre la cristiandad que no pasaba por su mejor momento.


Imagen de - edad de niebla -



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