Estrella Collado
El sacrificio de las viudas en la India

Cuando los usos toman más fuerza que las leyes en beneficio de sistemas patriarcales los actos más crueles pueden llegar a perpetuarse y a ser aceptados y celebrados con toda normalidad.
A veces los usos toman más fuerza que las leyes y este es el caso. En India existía una bárbara práctica brahmánica, consistente en sacrificar a la viuda cuando su esposo fallecía. La mujer como propiedad del varón debía morir con él, cosificada y torturada, me parece lo más terrorífico que oído nunca. Además de machista es un acto de suma crueldad. Paradójicamente esta macabra ceremonia no estaba legitimada ni ordenada en ningún pasaje de los libros sagrados hindúes. Muy por el contrario en ellos se recoge que la mujer que enviude puede volver a casarse. Por tanto una estrategia más del "patriarcado" consiguió perpetuar esta inhumana costumbre. Sin embargo y hasta no hace tanto tiempo el sacrificio de las viudas se practicó en todo el ámbito del país asiático.
Cuando el marido moría se sacaba a la mujer de la casa, la obligaban a sentarse en una especie de púlpito decorado con todo lujo, mientras anunciaban en público el sacrificio al son de tambor y trompetas. La mujer no tomaba ningún alimento y pronunciaba incansablemente el nombre de la divinidad. Llegado el terrible momento, la engalanaban con sus joyas y ropajes más suntuosos, siendo acompañada de parientes y amigos que acudían para despedirla, procediendo así al ceremonial de la inmolación. Los brahmanes rodeaban a la víctima, encareciéndole la grandeza del sacrificio que iba a realizar y la felicidad eterna que supondría para ella la recompensa en la otra vida. Para poder afrontar su suplicio, le suministraban brebajes con dosis altas de opio. La fúnebre comitiva avanzaba hacia la pira, y al llegar, la viuda se despedía de sus parientes quienes emocionados y alegres la felicitaban por la dicha que la esperaba en la otra vida, repartía sus joyas entre ellos y después de dar tres vueltas alrededor de la hoguera, era arrojada a las llamas.
En ese instante los sacerdotes emitían sus cantos, mientras los músicos tañían sus instrumentos, especialmente para impedir que los terribles gritos de la mujer que ardía no fueran escuchados por el público asistente a tan macabra ceremonia. En algunos lugares de India se quemaba a las viudas atadas vivas con el cadáver del marido. En otras ocasiones a las viudas se las enterraba vivas y bajaban a la fosa abrazadas a los cadáveres de sus maridos. Luego se rellenaba la fosa pero la viuda quedaba con la cabeza afuera, el terreno era cercado para que el público no pudiera presenciar la larga agonía.
Ya Heródoto narraba al hablar de una tribu póntica que: "cuando moría un marido, sus mujeres, que son muchas para cada uno, entran en gran contienda, sostenidas con empeño por las personas que les son más amigas y allegadas, para ver cuál de ellas fue la más querida del difunto. La que salga victoriosa y honrada con una sentencia en su favor como la más querida por el esposo fallecido, es llena de elogios y de aplausos de hombres y mujeres y por tanto será degollada por mano del pariente más cercano sobre el sepulcro de su marido, siendo a su lado enterrada". (libro V, 5. Heródoto).

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