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  • Foto del escritorEstrella Collado

El trébol de cuatro hojas




Dentro del imaginario popular y de la tradición más ancestral ocupa un lugar muy importante la creencia en los tréboles de cuatro hojas, en especial si se encuentran la noche de San Juan. Y mucho más mágico resulta cuando por una serendipia, sin ser buscados se encuentran.


En la antigüedad los tréboles de cuatro hojas, tal vez por ser una rareza de la Naturaleza, una anomalía genética de la planta -ya que según datos científicos de cada diez mil uno tiene cuatro hojas-, estaban considerados como elementos apotropaicos. En los pueblos del Noroeste de la Península Ibérica encontrar un trébol de cuatro hojas significaba que a partir de ese momento la suerte acompañaría para siempre a la persona afortunada con tal hallazgo. En algunos lugares la intensidad del efecto mágico está en salir a buscarlo o en encontrarlo accidentalmente. En Asturias la Noche de San Juan salen a buscarlo para protegerse durante todo el año de las energías negativas y también para encontrar el amor, y cantan:


“A coger el trébole, el trébole

y el trébole,

a coger el trébole la noche de San Juan,

A coger el trébole, el trébole

y el trébole,

a coger el trébole los mis amores van”


Los pueblos indoeuropeos, pero también otras culturas importantes del mundo antiguo como los egipcios o mayas, lo asociaban con la buena suerte. Los celtas tras la cristianización asimilaron el trébol de cuatro hojas a San Patricio, que como cuenta la leyenda, el santo en la labor evangélica que venía realizando, buscaba un trébol normal para explicar a los habitantes de Irlanda el misterio de la Santísima Trinidad y en su lugar encontró uno de cuatro foliolos. Es sabida la relación que tenían los druidas que habitaban en las Islas británicas a. de C. ya que con esta planta se protegían de las fuerzas del mal que acechaban a los humanos en los frondosos bosques.


Las tradiciones a este respecto varían según la cultura o el país. Algunos pueblos consideran que para su efectividad y buena suerte hay que conservarlo dentro de un libro, en otros casos la tradición manda ponerlo dentro de un zapato, ya que al estar en contacto con la planta del pie emite las buenas vibraciones y la suerte por todo el cuerpo. La creencia generalizada es que cada una de sus hojas representa la fe, el amor, la esperanza y la suerte.


Aún en los tiempos modernos ha perdurado su carácter mágico hasta el punto de que un mítico piloto de la Alfa Romeo, Ugo Sivocci, de principios de siglo XX, no acababa de ver colmadas sus aspiraciones de ser campeón por la mala suerte que parecía acompañarle. Hasta que ordenó pintar en la parte delantera de su bólido un quadrifoglio. La casualidad quiso que acto seguido un 15 de abril de 1923 lograra su primera victoria, convirtiendo su trébol en amuleto oficial de la escudería. Igualmente en Navidad es imprescindible en la decoración y en España como amuleto para atraer a la suerte el día del Sorteo de la Lotería Nacional el 22 de Diciembre.


En definitiva esta excentricidad botánica se produce por una mutación genética y parece ser que el responsable es el gen PALM1 al que algunos llaman “el gen de la buena suerte”. Yo por si acaso, y como dicen en Galicia con respecto a las Meigas: “Haber, haílas”…, guardo en un libro como oro en paño uno que encontré con mi abuela cuando era niña.



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