Merche Toraño
Internet y su lado oscuro

Aunque sin la tecnología no serían posibles las comunidades en línea, no es aquella lo más importante sino la relación de las audiencias, en y con ella, su público amplio, su cobertura mediática y el fácil acceso del usuario. Suponen, como afirmaron Li y Bernoff, sobre todo Facebook o Twitter, un paradigma de la comunicación.
En las redes sociales el fluir de los mensajes facilita entre las personas, a tiempo real, la relación y la información, satisfaciendo esa constante humana que es la necesidad de contactar con otros seres de su especie, buscar nuevas formas de expresión y obtener información. Pero frente a estas ventajas existe ese otro lado oscuro, el de los potenciales peligros que pueden estar acechando agazapados en la virtualidad, como son, los relacionados con la protección de la intimidad o la incertidumbre sobre la veracidad y, por tanto, la fiabilidad de lo que estamos consumiendo. Alguien puede hacer una publicación que de forma inmediata va a ser leída en distintos puntos del mundo por millones de internautas, muchos de ellos, a su vez, la van a enlazar a otras páginas multiplicando así su difusión, haciendo que sea leída por muchas más personas de las cuales, probablemente, la mayoría ni se van a cuestionar unas fuentes cuya fiabilidad depende de las intenciones y criterios ético-morales de quién o quienes hayan lanzado la información. Así las cosas, de lo que no cabe la menor duda es que las redes sociales crecen de manera desmesurada, con escasa regulación y muy largo alcance, y ante el panorama que supone este fuerte impulso, cabe pensar, sin temor a equivocarse, en alguna nueva revolución dentro de la gran revolución que ya supone Internet.
Imagen de - edad de niebla -