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  • Foto del escritorEstrella Collado

La Navidad en el mundo y sus peculiaridades



La celebración del solsticio de invierno se pierde en la memoria de los tiempos. Todas las culturas conmemoraban con diferentes ritos el momento en que terminaba un ciclo solar y otro nuevo daba comienzo: el Renacer del Sol que se produce a partir del 21 de diciembre. La cristianización asimiló el paganismo politeísta, convirtiendo el solsticio de invierno en Navidad. Entre el 24, Noche Buena y el 25, Navidad, nace Jesús de Nazaret, hijo de Dios y de la Virgen María, siendo una de las festividades más importantes para la cristiandad, llegando a alcanzar tales dimensiones que todos los países del mundo, excepto nueve pertenecientes al Islam o al budismo, celebran estos festejos, aunque no sean cristianos, y en todos ellos permanecen sedimentos de los cultos ancestrales que practicaban por estas fechas sus antepasados. Os he seleccionado algunas de las tradiciones más curiosas y extravagantes que aún perviven desde la antigüedad al lado de otras más actuales.


En nuestro país son abundantes y ricas las prácticas navideñas que entroncan con cultos atávicos. En la Comunidad de Madrid encontramos en Braojos de la Sierra, el día de Nochebuena la celebración de una danza pastoril conocida como la pastorela de Braojos de la Sierra. Desde la Edad Media se lleva a cabo en la Iglesia durante la Misa de Gallo y en honor de Jesús. Mientras le presentan las ofrendas al niño Dios, un grupo de músicos tocan las zambombas, almirez, botella, un xilófono muy rudimentario elaborado de huesos, panderetas y tambores. Nueve pastores, bastón en la mano ataviados con trajes de cuero, morrales y calzando sus albercas, bailan en diferentes partes de la misa. En el País Vasco y Navarra, conservan una de sus más arcaicas costumbres con motivo del solsticio de invierno. Se trata del Olentzero, especie de carbonero mitológico, que baja del monte el día de Navidad, para repartir regalos entre los niños. En Galicia un personaje similar conocido como el Apalpador, baja de las montañas los días 24 y 31 de diciembre para palpar las barrigas de los niños y dejarles regalos y castañas en función de los kilos que pesen y, por supuesto, cuantos más kilos más regalos. En Asturias, de creación más reciente, existe el personaje de L’Anguleru, pescador que regresa cada año de los mares del norte a la playa de San Juan de la Arena en el concejo de Soto del Barco, para repartir regalos entre los más pequeños. En Zamora un siniestro personaje llamado El Zangarrón, demonio de paja, aparece el 24 de diciembre por la tarde y también el día siguiente a Navidad de madrugada, y aterroriza por estas fechas a los habitantes de Sanzoles del Vino. Otros personajes de esta tierra castellana, que conserva la cultura popular, son Los Carochos, en Riofrío de Aliste, unos demonios con colmillos de jabalí que forman parte de los ritos más ancestrales del solsticio de invierno. En Cataluña uno de sus ritos más arraigados, de carácter apotropaico, es el llamado Cagatio o “tronco popó”. Seguramente muy anterior pero documentado desde el siglo XII, supone una de las principales y curiosas tradiciones navideñas. Se trataba de encontrar el tronco más grande entre la leña, decorarlo y, el día de Nochebuena, cantar villancicos alrededor de la chimenea, mientras el más pequeño de la familia lo arrojaba a las llamas. Las cenizas resultantes de la quema, se guardaban durante el resto del año como amuleto contra los males y catástrofes. Sin embargo, tuvo que llegar la Revolución Industrial con las cocinas de carbón para que las chimeneas fueran desapareciendo y, con ellas, esta tradición medieval. Con algunas variantes, los catalanes han mantenido esta costumbre que se realiza durante la segunda semana de diciembre consistente en rellenar el tronco con dulces, frutas y frutos secos, la noche de Nochebuena se coloca en el fuego y comienzan a golpearlo hasta que los dulces salen de su interior, mientras la familia canta villancicos.


En nuestro vecino Portugal, también se celebran estas fiestas por todo lo alto. Pero quizá lo más destacado son las Hogueras Navideñas. En cualquier rincón del país en Noche Buena se quema leña o tocones, que representan el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Cuanto más grade sea el tronco y más dure el fuego mejor será la buena suerte en el año que entra. Otro hábito singular por estas fechas son las llamadas Cruces de Harina de la localidad lusa de Bequereça, los jóvenes recorren las calles a partir de las doce de Noche Buena, con platos de harina para dibujar cruces en las puertas de las casas, y responde, según cuentan, a la acción de un soldado de Herodes, que buscaba al recién nacido Jesús por las calles de Belén, y marcó con harina la puerta donde se escondía la Virgen María, San José y el niño, para apresarlos a su regreso con el resto de soldados. Pero para su sorpresa cuando volvieron al lugar descubrieron que los vecinos habían pintado todas las puertas con la misma señal para que no pudieran encontrarlos.


En Austria y Alemania existe una peculiar tradición, la visita de Kranpus, el hermano malo de Santa Claus, que llega el 6 de diciembre para asustar a las familias y llevarse a los niños y niñas que se hayan portado mal. En Polonia, la Natividad es una de las conmemoraciones de carácter religioso más importantes. Destaca su talante familiar que convoca reuniones de toda la parentela los días 25 y 26 de diciembre. Al igual que en el resto de Europa, y a pesar de ser un país muy católico, combina elementos culturales paganos y cristianos. El 6 de diciembre se celebra San Nicolás y se reparten regalos, lo cual no excluye de que el día de Nochebuena haya también intercambio de obsequios. Es imprescindible en su decoración el árbol y la representación del Nacimiento de Jesús. En el menú es típica la carpa, que compran viva y mantienen en las bañeras de sus casas hasta el momento de cocinarla. El acontecimiento más relevante para los polacos, la noche del 24, es la aparición de la primera estrella cuando el cielo ya está oscuro hacia las cuatro y media de la tarde. Y con la primera estrella se inicia el acto inaugural alrededor de la mesa con oraciones, lecturas de la Biblia, y ostias sin consagrar, llamadas Oplatek, que toman como aperitivo mientras un comensal se la ofrece a otro y van expresando buenos deseos para todos. Representaciones del nacimiento con un puñado de heno seco, que junto a manteles bordados, vajillas y cuberterías de lujo, no puede faltar en ninguna mesa polaca para recordar el pesebre donde nació Jesús. A continuación se sirve la elaborada cena integrada por 12 platos, sin carne, que representan a los doce apóstoles y se conoce como Wigilia, y donde siempre hay un cubierto de más para “el invitado inesperado”.


En Groenlandia es hábito navideño servir en la mesa engalanada el Mattak, plato que consiste en piel ruda de ballena. Y también el kiviak, que es un pájaro pequeño envuelto en piel de foca y enterrado hasta que comienza a pudrirse, y ese es el momento en el que lo comen. En Escandinavia, El Yule es la festividad con la que celebraban en la antigüedad el solsticio de invierno, podía durar varias semanas y entre los diferente actos guardan celosamente algunos que han perdurado en el tiempo. Como poner bajo techo un árbol en recuerdo del Yggdrasil, el Gran Fresno sagrado, de cuyas ramas penden los Nueve Mundos, incluyendo el de los hombres. Antaño se sacrificaba una cabra en honor al dios Thor pero la cabra que era la ofrenda, curiosamente, acabó convirtiéndose en todo un símbolo navideño. En Finlandia “La Cabra de Yule” encarna al anciano Joulupukki (Santa Claus o Papá Noel) que trae los regalos. En Suecia cada vez toma más fuerza la costumbre “Quemar la cabra”. Realizan una figura de una cabra de grandes dimensiones y la queman en una hoguera. Un mes antes de la Navidad la ciudad de Gävle construye una cabra gigante de Navidad, que después es destruida por el fuego, aunque parece ser que la destrucción de la cabra no es oficialmente parte de la tradición, sin embargo y aunque de forma clandestina este acto de vandalismo contra la gigante figura se hace con nocturnidad, resultando difícil descubrir a los autores.


Si cruzamos el charco en Veracruz, México, hay un extraño ritual de época prehispánica llamado Rama, consistente en salir los niños a la calle con ramas de árboles decoradas con bolas y cintas de colores. Con ellas recorren las casas cantando villancicos para que les den dinero. Y el día 1 de enero, se produce la quema del viejo, un muñeco de tela y de paja que representa el comienzo del nuevo año.

Venezuela guarda una reciente y excéntrica tradición que consiste en ir a la misa de Navidad en patines. Y como plato típico en las mesas de las familias venezolanas no puede faltar en la cena navideña el sancocho o sopa dominguera.


Corea del Sur es el único país de Asia Oriental que reconoce la Navidad como día festivo nacional, se caracterizan por los llamativos decorados navideños urbanos. Los días de Nochebuena y Nochevieja son para salir con amigos beber en grupo e ir de karaoke. El día 25 se celebra en familia y se intercambian los regalos. Japón, para el país del sol naciente, estas fiestas son totalmente ajenas a la región cristiana. La Noche Buena se conoce como “Noche Romántica” donde las parejas, y no los niños, son las auténticas protagonistas. Se intercambian regalos y organizan citas especiales en restaurantes. El menú típico de estas fiestas lo puso de moda e 1974 una cadena de restaurantes de comida rápida, KFC, y consiste en cubos de pollo frito y como postre tarta de navidad adornada con fresas. En Filipinas como consecuencia de la colonización española la mayoría de la población son católicos. Por tanto, la celebración de estos festejos es muy importante. Lo que más llama la atención es su duración de 5 meses, que la convierten en la Navidad más larga del mundo, comenzando en septiembre y finalizando en enero. Han mezclado elementos religiosos como el belén con tradiciones gentiles de sus ancestros, como lo es el Parol una lámpara con forma de estrella que colocan en las ventanas de las casas y que simboliza la estrella de los Magos de Oriente.


Lo cierto es que la Navidad, con sus tradiciones religiosas, paganas, clásicas, o extravagantes, ha conseguido imponer su universalización y su marcado e imparable carácter consumista.


Imagen de - edad de niebla -

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