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  • Foto del escritorEstrella Collado

Lincoln y los gatos



Abraham Lincoln fue político y abogado estadounidense. Llegó a ser presidente de los Estados Unidos de América. Ocupó el cargo de 1861 hasta la fecha en que fue asesinado en un teatro en 1865, cuando la guerra civil estaba llegando a su fin. Uno de sus grandes logros fue la abolición de la esclavitud.


En el ámbito hogareño el presidente Lincoln y su esposa Mary Todd amaban los animales. Abraham tenía un perrito de nombre “Fido” del que nunca se separaba. Cuando fue elegido presidente tuvo que dejar a su querida mascota con unos amigos en Illinois. Nada más tomar posesión de su cargo recibió un regalo muy especial e inesperado por parte de William Seward, a la sazón Secretario de Estado. Se trataba de dos preciosos gatitos: Tabby y Dixie. Y residiendo en la Casa Blanca llegaron a tener varios. Cuentan que el presidente quería tanto a sus gatos que llegó a realizar esta afirmación a modo de broma, que fue muy comentada: “¡Dixie, mi gata, es más inteligente que mi gabinete entero...y además nunca contesta!”


El diplomático Maunsell Bradhurst Field describía al presidente como un hombre que “ poseía una gran extraordinaria bondad de corazón cuando los sentimientos le alcanzaban. Le gustaban los animales simples, especialmente los gatos. Lo he visto acariciar a uno durante más de una hora. Su impotencia y sufrimiento lo conmueven…”

Tenía una conexión muy especial con estos animales con quienes mantenía largas conversaciones. Según su esposa los gatos eran el mejor “pasatiempo” del presidente y si veía alguno callejero no tardaba en llevárselo a casa.


Lincoln fue uno de los mejores presidentes de la historia de los EEUU, y a pesar de su aparente carácter alegre y bromista, escondía una tremenda depresión paralizante que le llevó a vivir capítulos complicados en su existencia. En más de una ocasión llegó incluso a rondarle la idea del suicidio. Parece que al descubrir la enigmática compañía de los gatos y tener una estrecha relación con ellos, fue determinante para la mejoría de esa enfermedad mental, a la que sus allegados se referían eufemísticamente como “tendencia a la melancolía del presidente”.


Imagen de - edad de niebla -

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