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Los gatos y sus enigmas


Estrella Collado


En general desde tiempos inmemoriales los gatos son considerados como portadores de buenas energías y de poderes mágicos. En el antiguo Egipto los felinos eran venerados, siendo su máxima representante la diosa de cabeza de gato, Bastet, cuyas atribuciones son el amor, la armonía y la protección.


Los gatos como encarnación de la divinidad eran momificados a su muerte, por esta razón son muchas las momias de estas mascotas halladas en numerosas excavaciones arqueológicas. Cuentan que si alguien hacía daño a un gato era condenado a muerte y si se escapaba de la acción de la justicia terrenal, la diosa Bastet sería tremendamente vengativa con el agresor y le perseguiría hasta sus últimos días, haciendo caer sobre él la desgracia y la maldición.


La muerte del gato de la casa era motivo para el luto familiar cuya representación más relevante era el afeitado de las cejas como expresión de dolor. En 1906 apareció en el templo de Bubastis, situado en las proximidades del delta del Nilo y dedicado a la diosa Bastet, un gran tesoro integrado por piezas de oro y plata con diferentes formas gatunas. Por alguna razón, y los que tenemos gatos en la casa lo sabemos muy bien, tienen un halo de misticismo que los hace muy especiales. Son considerados en todas las culturas portadores de poderes mágicos. Y tienen la capacidad de contactar con el mundo espiritual y ver más allá de lo que nuestros ojos pueden percibir.


De su condición sagrada, especialmente el gato de color negro, pasó al mayor de los desprecios y de los odios. Esta razón puede entenderse desde que en la Edad Media las brujas, conocedoras de la inteligencia y la puridad de estos felinos -que aunque viven en nuestras casas no hemos conseguido domesticarlos- los convirtieron en componentes imprescindibles de sus rituales y hechizos.


Con las grandes misiones y cruzadas emprendidas por la iglesia católica para terminar con estas prácticas paganas, que en la mayoría de los casos no eran más que el manejo de conocimientos ancestrales, el gato negro fue demonizado hasta el punto que en la actualidad muchas personas supersticiosas creen que les da la mala suerte si se cruza en su camino o si entra en sus casas. Este hecho nos evidencia ese conflicto entre lo religioso y la práctica de la hechicería continuista.


No en todos los lugares ha arraigado esta creencia, puesto que la tradición en países como Escocia y Reino Unido en general o Australia se interpreta todo lo contrario, y la presencia de un gato negro en las casas es un signo de buena suerte y de prosperidad. Y como curiosidad, bastante cercana en el tiempo, os diré que un gato fue "alcalde" de Talkeetna en Alaska, durante 15 años, se llamaba Stubbs y, claro está, pasó a la historia como regidor honorífico de esta ciudad de 1997 a 2017, ya quisieran muchos políticos poder estar tantos años en el cargo....


Yo corroboro que los gatos negros no son portadores de mala suerte ni de malas energías, sino al igual que el resto de sus congéneres, son sencillamente adorables, inteligentes y enigmáticos. Nos dan mucho amor, eso si, cuando quieren, y mucha compañía.


Imagen de - edad de niebla -

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