Merche Toraño
Mentiras y mentirosos

No existe nadie que no haya mentido en varias ocasiones, o por lo menos en alguna, a lo largo de su vida.
A veces, por miedo a molestar al interlocutor, por encubrir la actuación de alguna persona de su interés… o con esas mentiras prosociales que ya nos inculcan de pequeños como: “Dile a la tía que está muy guapa, no se te ocurra decirle que no te gusta su vestido que se disgustará”; aquellas que mal llaman mentiras piadosas, y digo mal llaman, porque la mejor piedad es decir la verdad siempre ya que, a la larga, la mentira queda al descubierto y el golpe es doblemente duro para la persona con la que hemos sido tan “piadosos”.
Hay pequeñas mentirijillas como, por ejemplo, cuando se queda con alguien y luego no apetece acudir o surgió algo que nos interesaba más, y en lugar de decir simple y llanamente la verdad, inventamos una excusa. Son mentiras disculpables pero que merman nuestra credibilidad y la persona a la que estamos mintiendo ya no va a volver a confiar al cien por cien en nosotros.
Detectar a un mentiroso, aunque no fácil, es posible
No todos sabemos detectar cuando se nos miente, pero se puede pillar al mentiroso, puntual o habitual, cuando falsean la realidad de forma compulsiva, sin especial premeditación. Es cuestión de un poco de práctica y de conocer algunas señales que nos van a ayudar. Pero hay profesionales de la mentira y éstos, aunque no imposible, son más difíciles de detectar ya que, al hacer de la mendacidad su forma de vida, han aprendido a mentir muy bien. Están también los mitómanos que son aquellas personas que llegan a creerse sus propias mentiras, episodios o circunstancias que realmente no han ocurrido pero que las sienten como ciertas. Los mitómanos sufren una patología seria y reflexionar acerca de ella conllevaría un capítulo aparte. Pero, aun así, si somos hábiles y no bajamos la guardia cuando hablamos con ellos, es posible que descubramos su naturaleza mendaz sin tardar demasiado. Cuando la gente acostumbra a engañar, aunque sea con cosas intrascendentes, el sentido de culpabilidad por no ser sincero va desapareciendo y la mentira se va arraigando en su cerebro como algo normal en su vida, por eso, ojo con la persona a la que coges en una mentira porque, por lo general, es mentirosa, y si la observamos, la vamos a pillar en muchas más, tal vez insignificantes, sin perjuicio para nada, adornando una historia que te cuentan pero falsedades al fin y al cabo, porque la mentira es algo que forma, sin duda alguna, parte de su personalidad.
Los métodos para descubrir a un mentiroso/a no son eficaces al cien por cien si no tenemos mucha práctica en eso de observar los signos. Las investigaciones hechas en ese campo encontraron que los humanos, en algún nivel de nuestro subconsciente, disponemos de un sentido que puede detectar de forma instintiva si lo que nos están diciendo no es verdad pero que, por otra parte, en esa capacidad para descubrir el engaño interfiere nuestra consciencia con sus prejuicios y habilidades para tomar decisiones. Por eso, disponer de forma consciente de recursos que nos ayuden a obtener un equilibrio entre el consciente y el inconsciente nos puede ayudar a darnos cuenta si nos están mintiendo, eso sí, para llegar a resultados óptimos hay que practicar, y la única manera es observando a toda aquella persona con la que hablemos. Al principio nos resultará más difícil, tendremos dudas, nos equivocaremos pero, al cabo del tiempo y de forma natural, daremos vida a esa capacidad inconsciente y los resultados serán cada vez mejores. Las pequeñas mentiras que no presenten mucha importancia para nosotros es mejor ignorarlas, o hacerse como que no las notamos, si queremos conservar la amistad de ese amigo a pariente que sabemos acostumbra a no decir la verdad, pero no es ninguna tontería tener en cuenta la detección de un embuste ante un caso que revista mayor gravedad para nosotros, como una sospecha de que nuestros hijos estén participando en algún asunto que puede perjudicarles, que una persona querida nos está traicionando, que nuestra pareja nos es infiel, etc. La clave está en mirar, además de escuchar. Los signos no verbales son claros detectores del estado de ánimo de las personas. Observar los gestos, reacciones y la voz, son pistas importantes.
Según los estudios conocidos, la cara con su compleja musculatura es la parte de nuestro cuerpo que más traiciona al mentiroso porque en ella se reflejan las emociones visibles en micro expresiones porque, al contrario del lenguaje, con la cinesis o estudio de los movimientos corporales, lo que ocurre en la cara no se puede controlar. Siempre se dijo que los ojos son el espejo del alma y fijarse en la mirada de nuestro interlocutor puede conducirnos a la interpretación de mentira o verdad sobre lo que escuchas. Seguro que habréis oído que los mentirosos no miran a los ojos pero los expertos en eso de la mendacidad procuran mantener el contacto visual porque, por lo general, saben que el desviar la vista puede ser considerado como una prueba de que no dicen la verdad, y están avezados a mantener la mirada para intentar que no se les pille, pero lo que no pueden esconder, por instintivo, es el movimiento ocular, el enfoque y la dilatación de las pupilas, y es muy difícil que mantenga el tipo cuando en la conversación se activan preguntas clave como se hace, por ejemplo, en los interrogatorios policiales.
¿Pero podemos aprender a detectar cuando nos mienten? En un próximo artículo os daré algunas claves, aunque no penséis que vais a acertar el primer día, ya os comentaba al principio que dominar ese método de detección para que sea efectivo conlleva práctica y sobre todo mucha observación. Ah y tened en cuenta que si se siente cuestionado, el mentiroso va a reaccionar con enfado, manifestándose ofendido por vuestras dudas. Procurad no caer en el mismo estado de ánimo porque en situación de conflicto nuestra capacidad de análisis se esfuma. Así que aunque en estado de alerta, procurad seguir relajados.
Si tenéis interés en intentar descubrir si alguien os miente, estad atentos a nuestras publicaciones porque os hablaré sobre el lenguaje del cuerpo, sobre indicadores corporales que os pueden proporcionar alguna pista para averiguar si no os están diciendo la verdad.
Imagen de - edad de niebla -