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  • Foto del escritorMerche Toraño

Por las personas mayores. Solidaridad Intergeneracional

Entrevista a Ana Isabel Esteban.

Ana Isabel Esteban


Un día escuchamos hablar de una asociación con un nombre tan sugerente como Solidaridad Intergeneracional :“In-ter-ge-ne-ra-cio-nal". Suena bien, suena a cántico celestial para aquellos que nos sentimos marginados y, vamos a ser claros, casi humillados solo por cuestión de edad, por ese afán social de apartarnos de la circulación. Nos interesó conocer algo más que el nombre, y nos pusimos en contacto con su presidenta, Ana Isabel Esteban Martínez.


-Asociación de Personas Mayores y Familiares del Medio Rural, Solidaridad Intergeneracional ¿Cuándo, cómo y por qué surge una asociación de este tipo?

-Nace en 2004 de la necesidad de unir demandas, deseos y expectativas de personas , de distintos puntos del territorio español, con perfiles diferentes, que envejecen y toman conciencia de la necesidad de unir sus voces para defender los derechos de las personas mayores y sus cuidadores/as en un mundo envejecido como es el nuestro, al tiempo que trabajar coordinadamente para ofrecer servicios de calidad a las personas mayores , especialmente del medio rural, generando empleo y respetando el deseo de permanecer en el hogar con servicios de calidad.

Un grupo de personas de edades coetáneas fuimos las precursoras de esta iniciativa, que hemos ido trasladando por los enclaves rurales a miles de personas que han ido conformando anillos rurales en los que participar, opinar y decidir sobre su vida y su futuro y con ello contribuir a hacer cada día más grande Solidaridad Intergeneracional.

-Solidaridad Intergeneracional es un nombre claramente sugerente y sugestivo en todos los significados de estas acepciones. Pero ¿cuales serían los principales objetivos de esa actuación solidaria entre generaciones? ¿Qué pasos serían los adecuados para conseguir ese proyecto tan ambicioso y cómo están actuando desde la asociación?

-Solidaridad Intergeneracional es una asociación de personas mayores y familiares, compuesta por personas de distintas edades, como es la sociedad. La solidaridad, el apoyo mutuo, se da en todas las etapas de la vida y no tiene por que ser diferente en la vejez. Las generaciones están interrelacionadas y la gente de 70 se entiende bien con los de 50 y estos con los de 30, se comparte la vida en toda su amplitud.

Entendemos que ser solidario es un valor intrínseco del ser humano, es una aptitud que se enseña desde niño, se puede aprender siempre, forma parte de nuestros valores, y es nuestra cultura. Apoyarse entre generaciones, es no segregar por grupos. Hemos de compartir la vida social como compartimos la vida familiar. Tener más o menos años no puede condicionar las relaciones y los espacios. Todas las personas cuentan, tienen talento, experiencia, ganas de vivir y compartir, tienen derechos que hay que respetar.

Hemos de ser conscientes que cada uno de nosotros lleva su mochila y todas son importantes, todas son diferentes. Las oportunidades y experiencias acumuladas, el conocimiento y el interés y curiosidad por seguir aprendiendo nos definen y nos hacen seres únicos. Tenemos en la retina la imagen de la vejez de nuestros abuelos y sin pensarlo creemos que así seremos. Pero ahora tenemos la oportunidad de tener una mirada más amplia, más consciente, más plural sobre esta etapa de la vida, que aún no tiene un nombre que la defina. Solo la edad no identifica al grupo, son otras características las que complementan un perfil u otro, y la división real es necesitar cuidados cuasi-permanentes para vivir.

LLevamos al medio rural y compartimos con sus gentes nuestra visión de la vejez inclusiva y solidaria. Un cambio de paradigma, inclusivo, valorizando la edad, los trabajos invisibles de las mujeres, ofreciendo el conocimiento que procura la participación, el cuidado de la salud, el voluntariado y el ocio y la cultura, el sistema de cuidados, la accesibilidad, etc. A las personas mayores les preocupa lo mismo que al resto de la sociedad, la digitalización, el cambio climático, la discriminación en la pandemia, la crisis que está por llegar...

-¿Cuándo se considera que una persona no es apta para la vida activa? Dependiendo de los ámbitos social, administrativo o profesional ¿se empieza a llamar mayor a una persona a distintas edades o hay una fecha concreta de cumpleaños en la que todos entramos, per se, en la clasificación de viejo?


-Vivimos en un mundo que está envejeciendo a pasos de gigante. No solo España, envejece Europa y el resto del mundo. Envejecer es vivir y en un solo siglo se ha logrado alargar la vida significativamente, no solo a un número pequeño de personas privilegiadas sino a todo un conjunto de poblaciones y países, compartiendo conocimiento, evidencia científica, divulgando la importancia de la higiene, la prevención de enfermedades, estableciendo sistemas de salud, educativos, sin olvidar la economía imprescindible para la vida.

Con la percepción de poder contar con una vida de 90 años o más, -ya que cada 4 años se incrementa uno- el delimitar qué personas son aptas o no para la vida activa es una aberración, y más cuando se está promocionando -desde la OMS (Organización Mundial de la Salud), desde las instituciones Europeas, así como desde el Imserso y las distintas Consejerías de las comunidades autónomas el envejecimiento saludable, el envejecimiento activo que incorpora en sus programas a personas con 55 años. Una vida activa tiene que ser nuestro horizonte. Otra cosa será si por vida activa solo interpretamos que es económicamente activa.

La edad del carnet de identidad, no nos representa. Siempre se ha sabido que nada tiene que ver la edad cronológica, con la edad psicológica, o la edad social o de apariencia, porque la vejez es heterogénea y cada persona somos un mundo, y hay personas que son viejas con 50 años y otros con más de 70 asumen responsabilidades de gobierno, o gobiernan el mundo espiritual como el Papa con más de 80.

Que se limite la actividad nunca debe ser la edad, sino las capacidades que se mantienen para el desarrollo de la dicha actividad. No todos los trabajos son iguales y exigen los mismos esfuerzos físicos o mentales. Estamos en época de cambios y una amplia mayoría de personas desean jubilarse anticipadamente, incluso antes de la edad "legal" de los diferentes colectivos, y otras personas, aún minoritarias, desean tener libertad para seguir trabajando sin límites de edad.

El conflicto en este tema además de lo indicado, es el reparto del trabajo y la riqueza entre las distintas generaciones. Países de Europa, como Alemania, ya funcionan la jubilación parcial. Hemos de avanzar en establecer procesos para pasar de la vida económica activa a otra donde las rentas principalmente sea la pensión.

Las etapas de la vida, al alargarse esta, también se amplían. Ahora los hijos se tienen en torno a los 31 años, es obligatoria la educación básica hasta los 16 años, los estudios universitarios ocupan la década de los 20, y la jubilación contempla una horquilla desde los 52 a los 70 años.

-Si nos atenemos a las recientes declaraciones de la ministra de Trabajo y Economía Social parece que ese ministerio no va en la misma línea que ustedes en cuanto a la posibilidad de integración laboral de las personas mayores mediante la no obligatoriedad de la jubilación sino todo lo contrario. El Gobierno parece seguir condenando a los mayores al rincón de los deshechos. ¿En Solidaridad Intergeneracional perciben algún tipo de receptividad o posibilidad de apoyo por parte de otros agentes sociales económicos o institucionales públicos o privados?

-Los cambios siempre ofrecen resistencias. El Ministerio de Trabajo y Economía Social ve la dificultad que tiene el 40% de los jóvenes que no consiguen encontrar empleo, y por otro lado ve también la conveniencia de trabajar hasta que uno decida jubilarse, siempre por encima de los límites mínimos establecidos, hasta la fecha, porque mantenerse activo formando parte de la economía nos ofrece una visión de la vejez más integradora.

Hemos de tener en cuenta, que una persona autónoma, que son la mayoría de las empresas de este pais, prácticamente, si quiere no se jubila. Es su negocio y el decide si amplía su etapa de trabajo. Otra cosa bien distinta es trabajar en una multinacional que ofrecen a sus trabajadores "jubilarse" anticipadamente en la década de la cincuentena, o la Administración que establece edades máximas para obligar a jubilarse.

El sentido común, y no solo nuestros intereses, nos tienen que indicar, cual es el momento adecuado de retirarse del trabajo, que no de la vida. Porque vivir, no solo es trabajar. Este espacio de tiempo es el que hemos de inventar, para que sea útil para uno mismo para los demás. Podemos "trabajar" de otra

manera, asumiendo responsabilidades sociales, a través de entidades de voluntariado, etc. Sentirse parte de la sociedad, y crear y dar imagen de otra manera de envejecer, aquella que se adapta a nuestro tiempo, que estamos estrenando.

-Aunque algunos desde sus despachos y sus sueldos importantes se nieguen a verlo, la precariedad de la mayoría de pensiones por jubilación es notoria en este país. ¿Cómo ven desde Solidaridad Intergeneracional el futuro de esa prestación económica por cese de actividad laboral ?

-El sistema de pensiones en España es muy complejo y variado. Se han ido poniendo parches a lo largo de su existencia, y ahora nada es blanco o negro. Dependiendo de la edad que tengas, las circunstancias vividas, las políticas aplicadas, la empresa, entidad o institución en la que se haya trabajado, las pensiones son diferentes.

Cuando yo comencé a trabajar, era bastante habitual que el periodo de prueba se hiciese sin contrato. Las mujeres más mayores actuales, no tuvieron la oportunidad de cotizar, aunque siempre han trabajado. El derecho a la pensión de estas mujeres procede de lo cotizado por su cónyuge -generalmente hombres-. Hoy en España tenemos más de 2,2 millones de mujeres viudas y poco más de 100 mil hombres viudos. Las pensiones de las mujeres viudas son predominantemente de cuantías mínimas, pero tengamos en cuenta que no han cotizado.

Las cuantías que se perciben son precarias para la mayor parte de la población, pero tengamos en cuenta que mientras se permita cotizar 15 años para obtener una pensión mínima que, si se cumple la edad promedio de vida, será de 20 años más; significa que es la mejor inversión que puedes realizar, ya que se estima que habiendo cotizado 35 años, en 12 años de disfrute de la pensión ya has gastado lo aportado al sistema. El sistema tal y como está diseñado hasta ahora, no va a resistir.

Con ello quiero decir, que cuando se inició el que podríamos llamar sistema de pensiones, la edad media era inferior a los 65 años, y se jubilaban mayoritariamente a esa edad. En la actualidad la media de edad es para las mujeres 85 y para los hombres 80 años.

Además de las pensiones contributivas, están las pensiones no contributivas y el ingreso mínimo vital que, aunque sean escasos sus importes, garantizan un mínimo vital.

Si los jóvenes no pueden trabajar, que son parte de la población activa económicamente que contribuyen al pago de las pensiones actuales, desconfían que el horizonte para ellos en esta materia no está garantizado, es posible que adopten decisiones que nos afecten negativamente a todos.

Tenemos mucho en juego, y más nos vale ser conscientes de nuestras dificultades presentes y futuras. Defendamos nuestros derechos y seamos solidarios con todas las edades.

-Se ven por las redes, incluso en la interacción social del día a día, a muchos jóvenes utilizar la edad de las personas mayores como insulto hacia ellos ¿En la asociación que preside consideran la conveniencia de incluir en el sistema educativo la concienciación sobre el respeto y el valor de la edad?

-La percepción de la edad va cambiando a medida que vamos cumpliendo años. Nada tiene que ver lo que piensa un niño de sus abuelos de su tierna infancia, a la que tienen los jóvenes que se sienten y están en la plenitud de su vida, llenos de energía y con ganas de comerse el mundo. Todos hemos pasado por esas etapas y respetar a las personas, sea cual sea su edad, es responsabilidad de todos. El edadismo, no es nuevo, y en la actualidad sociedad está tomando conciencia de esta nueva etapa que ofrece oportunidades para seguir activos y saludables.

Nosotros somos más de hacer, hay que convencerse de no disfrazar la edad. Sumar años es lo mejor que te puede pasar. Ahora se trata de sumarlos con ilusión, con vitalidad, con ganas de seguir aprendiendo, comprometiéndose con la sociedad, aportando, siendo solidarios.

El sistema educativo es importante, pero los educadores son los primeros que tienen que tener una mirada diferente sobre la vejez y sus fases, pero también los medios de comunicación, las redes sociales... Tienen que ir eliminando los estereotipos relacionados con la edad, y también los relativos a la población del medio rural, si queremos lograr una sociedad para todas las edades y todos los pueblos.

-Usted es gerontóloga y trabajadora social ¿Cómo ve el presente y como sospecha el futuro de los que ahora están en las décadas de edad de 50 o más?

-Soy optimista y realista. Siempre que no nos empeñemos en generarnos la guerra, o que nos invada otro virus, el futuro siendo incierto, es día a día, saber que nada está ganado para siempre, que somos seres vulnerables, y que los beneficios disfrutados en generaciones anteriores quizá no estén garantizados.

Los que cuentan con más de 50 años, han visto como su generación, la del baby boomers, ha ido teniendo que abrir camino a medida que iba creciendo. Muchos de los nacidos en los años 60, nacimos en casa. En la niñez no había plazas suficientes en el colegio y lo comenzamos a los 6 años; cuando llegamos al Instituto, o a la Universidad, paso lo mismo. Las tasas de desempleo cuando eran jóvenes eran muy abultadas, los intereses de los préstamos muy altos, y la conciliación laboral no se sabía ni que existiera. En unos años comenzaran a llegar a la jubilación y esta cada vez estará más lejos, porque ya hablan de la obligatoriedad de los 70 años.

A pesar de todo ello, hemos aprendido en el camino, los retos están para librarlos, y aprenderemos a vivir adaptándonos a las circunstancias de cada etapa y cada época.

No será sencillo, pero lo haremos.


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