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  • Foto del escritorBelén Matanza

Protégete de la neumonía



El tema que voy a tratar hoy me toca muy de cerca pues tengo a mi padre hospitalizado por una neumonía bacteriana. Como digo, muchas veces es mejor mantenerse en la ignorancia pues no os podéis ni imaginar el desasosiego y la intranquilidad que experimenté cuando me avisaron de su estado. Lo primero que me vino a la mente es que esta patología es la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa en el mundo y según la Organización Mundial de la salud mata a 1,6 millones de personas cada año.

Como el tratamiento de esta enfermedad tiene un importante componente preventivo es por lo que he decidido dedicar este artículo a informaros sobre esta patología que debemos calificar de grave y potencialmente mortal. Y en la introducción os he dado las características definitorias, que es una infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones. Puede estar causada por diferentes microorganismos, siendo la bacteria más frecuente el streptococcus pneumoniae o neumococo. Pero el virus de la gripe también es muy frecuente como causa de la misma e incluso el hongo pneumocystis jiroveci que suele afectar a los pacientes inmunodeprimidos. Además existen enfermedades de base que pueden favorecer la aparición de la neumonía como son los EPOC el tabaco, los trastornos cerebrales, problemas del sistema inmunitario, cardiopatías, diabetes, cirugía o traumatismo recientes. Las bacterias se propagan rápidamente en las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado o sufren desnutrición. También son un factor de riesgo los problemas de deglutición, al existir alimentos que al tragarse inflaman los pulmones produciendo una neumonía.

Los síntomas de la enfermedad son variopintos, siendo los más característicos los escalofríos temblores, dolor en el pecho, fiebre por encima de 38,5º y se suele acompañar de tos seca, tos crónica y tos con sangre o mucosidad, pero en los ancianos puede no presentar fiebre o signos respiratorios y manifestarse por disnea, debilidad, confusión, inquietud o apatía, falta de apetito, mareos, taquicardia, respiración acelerada, bajada de la presión arterial, fiebre alta (40º o más) o muy baja (35 grados o menos), vómitos, diarreas y desorientación.

Los ancianos con patologías previas como EPOC, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, diabetes o enfermedad renal crónica deben acudir de inmediato al servicio de urgencias ante cualquier síntoma.

En las personas con Alzheimer o demencia es difícil diferenciarlo porque la confusión puede ser un síntoma previo, por lo que, ante cualquier cambio de comportamiento o molestia se debe consultar con el médico lo más rápido posible.

Como ya os comenté, esta patología tiene un componente preventivo importante, así que, como principales medidas para evitar que suframos esta enfermedad, especialmente en los

pacientes ancianos que constituyen su nicho más habitual, a tal efecto, me viene a la mente como Sir William Osler la definió: “la amiga del hombre viejo”, recomiendo estar correctamente vacunados del neumococo y de la gripe, una adecuada higiene buco dental, una nutrición adecuada complementando si es necesario con suplementos alimenticios y con probióticos que refuercen las defensas, ejercicio moderado y evitar hábitos nocivos como el tabaco y el alcohol. Y sobre todo, recomiendo ser especialmente vigilantes con nuestros mayores y ante la menor sospecha acudir de inmediato al médico, pues como me enseñaron de pequeña vale más prevenir que luego curar, ya lo decían las abuelas que eran muy sabias. Solo espero que no tengáis que pasar por la situación que estoy viviendo hoy en día y que la neumonía ni os ronde.


Imagen propiedad de - edad de niebla -

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