top of page
  • Foto del escritorMerche Toraño

TV y programas "rosa"

Tirando al rojo de la vergüenza




Cuántos talentos desaprovechados, cuántos profesionales ignorados, cuánta indolencia social hacia quienes trabajan con pundonor.


Ha hecho falta una pandemia como la que estamos padeciendo para que se evidencie quienes realmente hacen algo y son útiles para y por la sociedad. Y mientras estos profesionales de diferentes disciplinas ayudaban a luchar contra la enfermedad, algunas televisiones, aparentemente ajenas a la tragedia que nos asola, se prodigan en programas de entretenimiento cutres y socialmente alienantes.


Cuando el tiempo va pasando no deberíamos arrinconar a los artistas, ni a los científicos ni a cualquier profesional que haya trabajado para aportar su esfuerzo en favor del resto, por su propia dignidad y porque siempre pueden enseñar cosas a los que llegan nuevos. Pero, por desgracia, ni somos agradecidos ni nos paramos a pensar que los avances en el campo de la ciencia, los ratos escuchando buena música, leyendo, viendo una película, un documental, etcétera, se los debemos a alguien que estuvo dedicando su tiempo a llevar a cabo inventos, proyectos e ideas útiles para que los demás pudiéramos disfrutar de sus resultados. Pero para ayudar a que así ocurra, para que nos olvidemos de los buenos, está lo mediático exhibiendo hasta la saciedad y convirtiendo en efímeros personajes, o personajillos, a individuos cuyos “méritos” personales, por lo general, sobrepasan los límites de la ignorancia y lo soez.


Algunos medios de comunicación en España, especialmente alguna cadena de televisión , incluso revistas, crean figuras de la nada por el mero hecho de mantener expectación entre un prototipo de espectadores o lectores que abundan, y cuya máxima inquietud parece ser la que despierta su morbo por la exploración de las vidas ajenas y de sus miserias y a los que, por otra parte, les proporcionan temas de conversación. Estos medios ejercen como una especie de depredadores de personas a las que elevan a los cielos cuando el pueblo demanda pan y circo y los descienden a los infiernos cuando consideran que hay que “renovar”, bien por la simple prevención a que el momento declive de alguien a quien han convertido en figura pasajera, lo pille en su cadena, en sus páginas o, sencillamente, porque aparece un nuevo tipo de persona-carnaza más apetecible y con una aparente más lejana fecha de caducidad para el numerito que proyectan difundir. Los suben al podio de los triunfadores ofreciendo espectáculos lamentables en los que solo ven audiencia y como consecuencia dinero. Cuando ya no interesan para los tráileres dirigidos al share, usando la más vil de las tácticas, los denigran, los desprestigian y los ensucian hasta la saciedad sin ninguna consideración, de paso estiran un poco más el negocio de la empresa productora o editora. Algunos, los menos, tienen mayor suerte porque no utilizan con ellos ese método vejatorio y, simplemente, son enviados, sin posibilidad de retorno, a la parcela gris del olvido.


Ya no estamos en aquellas épocas en que las estrellas lo eran y brillaban hasta su muerte o hasta que ellas mismas decidían su retiro. Y brillaban porque tenían un talento que alguien valoró, cuidó y defendió de los envites del fracaso y del espectáculo zafio y soez. Ya no es así porque ahora, en los medios “inventa-personajes”, en los canales que los promocionan, en esas cadenas desagüe o en esas revistas cuyo destino fatal es cubrir parte del suelo para que no se pise cuando se acaba de fregar o para enseñar a hacer pis a los cachorritos de perro, lo que prima es enseñar con cuantos/as os habéis acostado, que si no tenéis oportunidad de que se sepa, nosotros os preparamos una exclusiva para que se entere el mundo mundial de lo libres que sois en eso del sexo, en poner finos a vuestros ex y si viene al caso a vuestras familias, que eso vende ¡que ni os imagináis!


Más espectáculo cutre y descerebrado ¡venga alabanzas a la inutilidad, arriba el encomio a la incapacidad crítica! Qué importa que no sepan hacer la o con un canuto, al fin y al cabo no se les va a pagar por ser más cultos, más listos, más educados o más éticos sino por todo lo contrario: cuanto más incultos mejor, cuanto más soeces mejor, cuanto más desvergonzados mejor, y si además saben mentir… eso ya es el no va más, porque tal vez sea el arquetipo o modelo social que se nos quiere inculcar. Ya se sabe. Cuanto menos se piense, menos criterio propio y más fáciles presas de la persuasión dirigida.


¡Vengan programas "rosa" tirando al rojo de la vergüenza y al amarillo de la desfachatez!


No al talento, sí a al cutrerío


Imagen de -edad de niebla -



87 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page