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  • Foto del escritorMerche Toraño

Ya estamos en abril

Leamos, soñemos y riamos


Y casi sin darnos cuenta ya estamos en abril, Aprilis en latín, proveniente de aperio (abrir), cuarto mes del año y el primero de treinta días, mes de la margarita.


Un mes con muchos dichos: “Abril, abrilillo, siempre fuiste pillo”, “En abril poca lluvia y nubes mil”, "En abril cortas un cardo y te nacen mil", "El invierno no ha pasado hasta que abril haya acabado", "Abril lluvioso hace un mayo florido y hermoso", etcétera.


Un mes, como otros, de conmemoraciones: Aniversario del Titanic (día 14), Día Mundial de la salud (el 7) Día Internacional de los Vuelos Tripulados (el 12) Día de la República Española (el 14)... y Día Mundial del Libro (el 23), que voy a celebrar releyendo unos consejos que D. Quijote le daba a Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria.


" Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras, has de hacer dos cosas: la una, ser bien criado con todos... ; y la otra, procurar la abundancia de los mantenimientos; que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que la hambre y la carestía.


No hagas muchas pragmáticas; y si las hicieres, procura que sean buenas, y, sobre todo, que se guarden y cumplan; que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que si no lo fuesen; antes dan a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas no tuvo valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga rey de las ranas; que al principio las espantó, y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobe ella.


Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos extremos, que en esto está el punto de la discreción". ( cap.LI de D. Quijote de la Mancha).


Otro abril, un abril que se afronta con más esperanza desde aquel de 2020 en que ya en España estábamos implicados e inmersos en una declaración oficial de estado de alarma y confinamiento que nos llegó por obra y gracia de la COVID-19. Un confinamiento que nos invitó a salir a las ventanas y balcones a aplaudir la gran labor de los profesionales de la sanidad, a estar pendientes de la televisión, de la radio de las redes sociales, tampoco podíamos hacer mucho más sin salir de casa… Sufríamos una pandemia que nos hizo sentir mucho miedo, miedo a la enfermedad y a la muerte. Pero ha llegado un nuevo abril, los capullos empiezan a abrirse en flores, los días ya tienen más horas de luz con respecto a los últimos meses del invierno, la climatología, aunque este año el buen tiempo se está haciendo de rogar, ya invita a salidas al aire libre, a reuniones con amigos, a quitar ropa de abrigo... y la gente está deseosa de todo esto. Es comprensible después de dos duros años de restricciones en los que otras tragedias colectivas que todos tenemos presentes se unieron a esta etapa pandémica para fastidiarnos la vida de alguna forma. No obstante, y al fin, ya empezamos a intentar una supervivencia más amena y, si cabe, también aparentemente más despreocupada, porque pese a todo lo malo que continúa ocurriendo en el mundo, en Europa y en las economías familiares, necesitamos ya un nuevo estado anímico, nos hace falta resetear nuestra computadora cerebral, abrir nuevos programas mentales para no volvernos locos o depresivos, porque, aunque dicen que “el cuerpo se termina adaptando a todo”, los humanos somos mayoritariamente seres sociales y sociables y necesitamos interrelación, cercanía y comunicación entre la especie.


Poco a poco, pero cada día, parece que estemos más cerca de alcanzar con plenitud eso que dio en llamarse normalidad, o sea: vuelta a la vida y costumbres anteriores a marzo del 2020, aunque, personalmente, creo que conviene que sigamos siendo prudentes, el “bicho” todavía está, se resiste a irse del todo, muta y vuelve a mutar, buscando en los humanos un resquicio de vulnerabilidad inmunológica que se escape a las vacunas, a los geles hidroalcohólicos y a las mascarillas, cuya obligatoriedad dejará de serlo en interiores a partir del día 19, excepto en el transporte público y centros sanitarios. Y sí, me reafirmo en lo de ser prudentes, pero avanzando con positividad, pensando que hay muchos abriles por delante para soñar para reir… Y coincidiendo con que en este mes también se conmemora el Día Mundial de la Risa, aprovechemos para echar unas carcajadas, La risa es buena y nos ayuda a liberar emociones y a ver las cosas de otra forma.


Yo, además, como cantaba Moustaki, "voy a retener mi libertad como una perla rara", o por lo menos voy a intentarlo. Os propongo que hagáis lo mismo, retened vuestra libertad como si fuera una perla rara y hacedlo con cautela, pero con optimismo, soñando, riendo... Ya sabéis: “Al mal tiempo buena cara”.

Imagen de - edad de niebla -


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