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  • Foto del escritorMerche Toraño

No se conformó con pasar por la vida siendo la sombra de su marido


Imagen de El País


Hemos publicado en esta sección de - edad de niebla - un relato sobre la entrevista hecha por esta periodista española a Trostky y aunque, por su intensidad e interés, resumir la historia personal de esta mujer es tarea harto complicada y me quedarán muchas, muchas cosas por decir, no quisiera cerrar el capítulo sobre ella sin contaros, por lo menos, algo sobre su vida, muy poco, pero lo suficiente para que os hagáis una idea de lo valiente que llegó a ser en una época, en un mundo de hombres. Su trayectoria fue azarosa, valiente, con algún triunfo y muchos sinsabores, con caidas y remontadas, una vida que me tiene fascinada desde mi entrada a su conocimiento.


Un día de septiembre de 1861, en Almeiras A Coruña nace Sofía Guadalupe Pérez Casanova. La primera corresponsal permanente de guerra que tuvo España. No nació en una familia rica pero sí desahogada económicamente. Y, aunque sus progenitores se casaron cuando la niña tenía dos años, pasó una infancia sin padre ya que este, un litógrafo orensano con ínfulas políticas, se marchó a MadrId, abandonando a su mujer y sus tres hijos pequeños. Rosa, la madre de Sofía tuvo que arreglárselas yendo con su prole a vivir a casa de sus padres que la ayudaron a salir adelante.


Se cuenta que el padre de Sofía, de nombre Vicente, murió en un naufragio, pero cosa extraña, su nombre nunca apareció en la lista de pasajeros que viajaban en aquel barco que había naufragado, por lo que su vida fue un absoluto misterio a partir de ahí para su familia.


Cuando nuestra protagonista de hoy tenía doce años, y fallecido el abuelo, Rosa, con la abuela y sus niños, se traslada a vivir a Madrid y allí se instalan en un pisito en el que mientras sus hijos estudiaban, ella daba clases particulares de inglés.


En 1878, tenía Sofía 17 años, su madre encuentra en un cajón de la habitación de la niña un poema escrito por esta, se titulaba Mis recuerdos, y sin que ella lo supiera lo envía al Faro de Vigo que se lo publica con una excelente acogida. A partir de esa aparición en prensa empezó a colaborar en periódicos de Galicia y a ser conocida y destacar como poetisa. Fue muy famosa en la década de los ochenta (1880)


Tuvo Sofía la suerte de ser inteligente, saber escribir muy bien y encontrar a personas que la introdujeron en los ambientes que le iban a facilitar las oportunidades que precisaba para dedicarse a lo que más le gustaba que era escribir. El destino de esta joven quiso que una de las alumnas de su madre fuera hija de un marqués, el marqués de Balmar, que fue quien la introdujo en los círculos literarios de Madrid, y hasta en la mismísima corte de Alfonso XII. Cuando este miembro de la nobleza conoció la habilidad de la chica como poeta organizó en su casa una tertulia literaria a la que invitó a sus amigos, entre ellos Zorrilla y Ramón de Campoamor, para que la escucharan declamar sus propios poemas. Quedaron los asistentes a la reunión tan impresionados por el talento de Sofía que el marqués repitió otra de esas tertulias, solo que esta vez lo hizo en el palacio real. Como regios espectadoes se encontraban Alfonso XII y María de las Mercedes. El rey quedó tan impresionado con lo que escribia la joven que se convirtió en su gran admirador, hasta el extremo de pagar en 1886 la edición de su primer poemario. Sofía Guadalupe empezó a frecuentar esos ambientes intelectuales en los que se movió con soltura y se relacionó con gente muy importante de la época. Fue en ese mismo1886, tenía 25 años, en una tertulia en casa de Ramón de Campoamor cuando conoce a un filósofo polaco que se llamaba Wincenty Lutoslawski que se encontraba en España escribiendo un libro sobre literatura española, se enamoran y al año se casan. Tuvieron un viaje de bodas de ensueño. Fueron a Sintra (Portugal) donde se cuenta que a Lutoslawski le gustaba tomar el sol como Dios lo trajo al mundo y que ello causó algún que otro escándalo. Menciono esto para que nos hagamos una idea de la personalidad de este hombre, tal vez excéntrica para la época, (finales del siglo XIX). Terminaron el viaje en París donde Sofía conoció a Alejandro Dumas, hijo, al que tenía una gran admiración, y después embarcaron en el Orient exprés rumbo a Polonia, fijando su residencia en Brotovo donde la familia de Wincenty tenía negocios. El matrimonio tuvo cuatro niñas de las que una falleció cuando era muy pequeña, desgracia que sumió a Sofía en una profunda melancolía.


Imagen: El Correo de Galicia


Wincenty también era profesor y fue diplomático, y debido a esto la pareja residió en varios países de Europa. Sofía además de tener tiempo para seguir escribiendo aprovechó para aprender idiomas. Ya hablaba castellano y gallego y llegó a hablar francés, inglés, alemán, ruso, polaco y portugués. Por otra parte el matrimonio pronto empieza a hacer aguas. El marido se arrepintió de haberse casado. Deseaba terminar su tesis doctoral, ser un filósofo importante y necesitaba todo el tiempo para él. Por lo que leí de su biografía deduzco que era un tipo engreido, hasta el punto de llegar a decir que Sofía estaba casada con un genio y que la genialidad debía tener un espacio que la vulgaridad desconocía. Y esto lo leyó Sofia, por casualidad, en una carta que su esposo le había escrito a un antiguo maestro. Pretendía tener a su mujer en la sombra y ella nunca quiso convertirse en eso. Además, había otro problema, Winsenty quería un hijo varón a toda costa. Le daba igual dentro o fuera del matrimonio y tenía relaciones extramatrimoniales. Un hijo que perpetuara su apellido y que se convirtiera en el libertador de Polonia y cosas por el estilo. Y Sofía “solo tenía niñas”. En 1888 la familia se muda a Moscú y aunque la escritora pudo frecuentar los círculos literarios y conocer a personajes de la altura de Tolstoi no se sentía cómoda en esta ciudad, ella prefería Polonia, la consideraba su segunda patria. Tras una temporada en Moscú se trasladaron a Londres donde Sofía vivió la ebullición del movimiento obrero de finales del siglo XIX y las reivindicaciones de las sufragistas e iba tomando conciencia feminista. Mientras tanto su marido la engañaba con otra. Tenían entonces dos hijas. Sofía quiere irse de allí en un intento de salvar su matrimonio y la familia se traslada a Rusia, a Kazan, en cuya universidad Winsenty trabajó como profesor. Pero ella necesitaba la fuerza de su tierra para intentar terminar de recuperarse de la muerte de su hija, y tal vez del ya deterioro de su matrimonio, y otro desplazamiento familiar los lleva a Galicia donde se instalan por dos o tres años hasta regresar a Croacia. En este viaje de vuelta, y para que la ayudara con las niñas, Sofía se llevó con ellos a una chica de Mera, Pepa López, que sería en lo sucesivo su amiga y la acompañaría a todas partes (esta Pepa es la que aparece en la entrevista que la periodista le hizo a Tostky ¿recordáis la historia publicada en este blog hace dos semanas?)


Pese a los esfuerzos de la esposa por llevar una vida familiar tranquila, al final Winsenty termina enamorándose de una tal Guanna Pesiska y se va con ella abandonando a sus hijas y a su mujer.


Sofía, enfermera de guerra, Imagen: Hemeroteca ABC


Sofía además de saber desenvolverse bien en sociedad era una periodista de raza y le gustaba entrar físicamente en las reyertas para ver con sus propios ojos lo que ocurría y relatar los hechos de forma veraz. Y para contar de primera mano lo que pasaba en el frente, se alistó como enfermera de la Cruz Roja y desde uno de los hospitales pudo relatar en sus crónicas el horror de lo que ocurría y el sufrimiento de los heridos y de sus familias. Contaba los hechos de una forma tan real para que los lectores no solo leyeran sino que pudieran sentir lo que ocurría. Y aunque lo expresaba con toda su crudeza, tenía tal don para la narrativa que sus escritos, por lo menos los que pude leer, emocionan y destilan sensibilidad y delicadeza, eran literatura. Ojalá hubiera hoy muchos periodistas con esa elegancia y profesionalidad.


Conoció a mucha gente importante. Narró como corresponsal la muerte de Rasputín, entrevistó a Trostky, escribió poesía, novela, crónicas, teatro, tradujo obras de varios autores. Como corresponsal publica en los mejores periódicos españoles y en 1952 la Real Academia Gallega la nombró académica de honor,

En su ir y venir por países en 1915, en una revuelta callejera en Rusia. recibió un golpe en los ojos que le hizo perder mucha visión, cosa que se le fue agravando con el tiempo, haciendo que padeciera una casi total ceguera en los últimos años de su vida. Vivió como testigo excepcional la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique, el holocausto nazi; desde Varsovia la llegada de la Segunda República y la Guerra Civil Españolas. En 1938 se entrevistó con Franco en Burgos, y como parece que esta mujer estaba predestinada a encontrarse de cara con todos los "saraos" bélicos, la pilla en Polonia el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Y todo se lo contó al mundo, en especial a España, porque fue la primera mujer en ser reportera de guerra en este país. Y sus artículos enviados desde Polonia, San Petersburgo y Moscú durante la Primera Guerra Mundial y durante la Revolución Rusa constituyeron un documento indispensable para unos acontecimientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.


Sin ver cumplido su sueño de morir en España, y ayudada por sus nietas a las que dictaba sus vivencias, Sofía siguió escribiendo hasta el momento de su fallecimiento en enero de 1958, en Poznari, Polonia.


No se conformó con pasar por la vida siendo la sombra de su marido, quiso vivir para contar al mundo la historia de su época.


Sofía Guadalupe Pérez Casanova D.E.P.











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