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  • Foto del escritorEstrella Collado

Carmen, la oca que eligió vivir en Ribadesella



Hace cinco años una oca salvaje se despistó o se fue voluntariamente de su manada llegando a la bella villa asturiana de Ribadesella donde decidió quedarse a vivir. Desde entonces la oca Carmen, como sus vecinos la han bautizado, se pasea por el puerto deportivo, toma el sol en las zonas verdes de las inmediaciones y nada feliz.


Para los pueblos de la antigüedad estas aves imponentes eran consideradas el arquetipo de la sabiduría, especie de guías sagradas que llegaban para aconsejar a los humanos. También han sido consideradas las guardianas de las casas, más eficaces incluso que los perros, por su escandaloso graznido y los picotazos que pueden propinar a los intrusos y sobre todo porque son muy inteligentes y tienen un oído muy desarrollado.



Los gansos u ocas, llegan a España todos los años a pasar el invierno, desde los países nórdicos y desde centro Europa, en busca de climatologías más agradables. Su destino suele ser el Parque de Doñana. Son las aves de vuelo de más peso, están dotadas con unas alas poderosas que miden unos dos metros y alcanzan una velocidad media de 50 km/hora. Viajan en bandadas que forman una perfecta “V” en el cielo y durante sus viajes migratorios pueden alcanzar hasta los 60 Km/h y si sufren amenazas puede acelerar su vuelo alcanzando los 100 Km/h. Su trabajo en equipo es digno de fascinación, si el líder de la bandada se cansa otro ejemplar del grupo lo releva y así sucesivamente. Además de esta característica, entre sus capacidades destaca su lealtad, tanto a la pareja como al grupo, hasta el extremo de ponerse en peligro para defender a sus congéneres, y por supuesto han desarrollado notablemente el sentido de la orientación, hasta el punto que después de estar viajando años y años son capaces de llegar sin problema al lugar donde nacieron.


Resulta curioso que nuestra oca Carmen se hubiese desorientado. No sabemos con certeza porqué decidió abandonar a su bandada y quedarse en Ribadesella para siempre. Tal vez enviudó, parece lo más probable, pues los expertos mantienen que estas aves eligen a su pareja a los tres años de existencia para vivir juntos hasta el fin de sus días. Y que en caso de fallecer uno de ellos la oca elige pasar un tiempo en soledad. Después de esta especie de “luto” vuelve a buscar otra pareja para procrear.


Carmen por el motivo que sea vive feliz en el puerto riosellano donde comparte espacio y alimento con otras aves marinas que si son habituales en estos habitat. Luce un plumaje de un blanco inmaculado con su pico amarillo, que la hacen destacar entre el resto de las especies habituales en la zona. Los vecinos están orgullosos y algunos le llevan comida a diario. Los cormoranes también reparten su alimento con ella.


La oca Carmen, forma parte del paisaje, de la vida y del vecindario donde fue muy bien acogida. Ahora es todo un emblema de la villa.



Imágenes de - edad de niebla -







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