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  • Foto del escritorEdad de Niebla

La frase sublime



Recorríamos las estanterías de una librería de segunda mano cuando mi viejo amigo Salvador G. dio un brinco de alegría:


-Aquí hay algo que leí muy joven y he estado echando de menos durante más de cincuenta años -y enarbolaba un librito en rústica y aspecto modesto.


Cacé su título al vuelo: Viaje sentimental por Francia e Italia. Obra maestra de alada sencillez y conocimiento del corazón humano –sigue diciendo mi amigo-. De toda ella sólo recuerdo una breve frase. Pero, ¡qué frase! ¿No has pensado a veces que toda la vida debería condensarse y recordarse en una frase?


-Ciertamente –respondí-. Yo estoy pensando en mi propio epitafio. Algo así como: Su muerte fue como su vida: un puro desastre.


Pero mi amigo no me escucha. Hojeaba el librito a toda velocidad, en busca sin duda de la frase famosa.


-Ah, aquí está -dice al fin, derramando satisfacción por todos los poros de la cara.


-¿Puedo conocerla? -murmure humildemente.


-Está en francés. El libro tiene multitud de citas en francés, porque su autor inglés, el clérigo Sterne, hacía una inocente mise en scène… ¡Ay, perdón! La frase es simplemente Rien que pisser. Es decir: Solamente orinar. O en más fino: Hacer pis.


Me sentí defraudado y engañado -¿Y esa suave indecencia es tu frase sublime?


-Precisamente, amigo mío. ¡La suave indecencia, tú lo has dicho! La señora francesa que la pronuncia, toda espiritualidad y cortesía, sumida en las delicias de una conversación inteligente y llena de matices con su amigo inglés, hace parar el coche de caballos en su paseo campestre para bajarse un momento: Rien que pisser… Tal vez detrás de un arbusto.


-Reconozco que tiene cierta gracia -concedí de manera indulgente.


-¡Como gracia! -responde Salvador con un punto de indignación en la voz-. ¡Es toda una filosofía de la vida! Estando sumidos en graves problemas, metidos de lleno en la sociedad hipócrita en que vivimos, angustiados por hondas preocupaciones más o menos inmediatas o incluso imaginarias, la frase nos recuerda de pronto que hay que volver a la realidad de la tierra que pisamos y del cuerpo que nos sustenta. Y tener igualmente el valor de confesarlo y defenderlo ante los demás:


"¡Señores del Consejo de Administración, dejemos de meditar maldades para aumentar nuestras ganancias a costa del prójimo, seamos humildes y sensatos, tranquilicémonos, salgamos un momento! Rien que pisser, amigos míos, todos lo hacemos, todos somos iguales y por lo tanto todos hemos de ser solidarios!."


- Salvador me mira, sonríe y dice lentamente:- ¿Comprendes ahora?

-No sé -contesto con igual lentitud-. Debo pensar en ello y tal vez tratar de rehacer mi vida y por lo tanto el epitafio. Además, de repente, siento un deseo impulsivo de volver a la tierra, aunque sea en forma líquida. ¿Me perdonas un momento? ¡Rien que pisser!


Nos echamos a reír a dúo y mientras yo voy a los Servicios, Salvador, con su librito en alto, se acerca a la Caja para pagar lo que le pidan por él.


Miguel Garrido . Colaboración


Imagen de - edad de niebla -



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