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  • Foto del escritorEstrella Collado

La madre de los Derechos Humanos



La política Anna Eleanor Roosevelt (1884-1962) ha estado relegada durante años a la penumbra de su tío y esposo el presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Roosevelt, padre de sus seis hijos. Tan sólo a la muerte de este la actividad pública de Eleanor comenzó a ser considerada en la vida política del país. El Partido Demócrata jamás puso en duda su valía por ello en 1947 y 1951 fue nombrada para presidir la comisión de Derechos Humanos de la ONU ocupando también el cargo de delegada en la Asamblea de dicho organismo entre 1946 y 1952.


Su trayectoria ha estado marcada por los principios feministas, pacifistas y antisegregacionistas, los mismos que inspiraron la Declaración Universal de Derechos Humanos, en cuya aprobación esta mujer tuvo mucho que ver.


De apariencia seria y poco acorde con los estereotipos de belleza que triunfaban en la época, Eleanor, nacida en el seno de una familia de la alta sociedad neoyorkina, pasó una triste infancia al perder a sus padres y a un hermano, haciéndose cargo de su educación su abuela materna, que la ingresó en un internado en Londres. En una de las tantas biografías, la del profesor Willian T. Young, nos cuenta que a pesar de su fama de mujer fuerte era realmente muy vulnerable, tal vez por esa infancia marcada por los problemas de sus padres y posteriormente por la muerte de ambos: primero su madre fallece de difteria y poco después su padre se suicida.


Fue una mujer interesante, sensible con valores morales, mucha fuerza vital y activista social en una época muy complicada para la revolución feminista. Una controvertida primera dama que defendía los derechos de los afro americanos, la primera en celebrar conferencias y escribir en la prensa como colaboradora o presentar un programa de radio semanal. Su matrimonio tampoco fue un cuento de hadas, pues al poco tiempo descubrió el romance de su marido con su secretaria, y con otras muchas amantes. Por las presiones familiares y de su entorno político decidió no divorciarse convirtiéndose su matrimonio en una mera asociación con intereses políticos.


Seguramente por tantos desencantos, Eleanor conoce en 1932 a la periodista Lorena Hickock responsable de la campaña electoral de su esposo, se enamoran y con ella mantuvo un apasionado y largo idilio lésbico, con gran discreción y aunque los círculos más próximos de ambas eran conocedores de esta relación, se guardó un silencio absoluto. Esta parte de su vida ya la recoge Willian T. Young y una de las más recientes biografias de la Madre de los Derechos Humanos escrita por Susan Quinn, basadas en las cartas de amor que se escribían las dos mujeres.


Durante unas vacaciones familiares Franklin sufrió la polio, quedando paralítico. Eleanor, a pesar de todo, permaneció a su lado y se volcó en todos los cuidados.


lmagen portada "Autobiografía de Eleanor Roosevelt", editorial Novaro, México 1964.

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