En la región turca de Capadocia se ubican unas 37 ciudades subterráneas, siendo las más importantes y más visitadas por el turismo, Derinkuyu, la más grande y Kaymakli.
Alrededor del siglo XVII a. de C. en la meseta de Anatolia alcanzó pleno esplendor la civilización Hitita. Uno de los grandes imperios de la Antigüedad que controló extensas zonas del Levante mediterráneo y la zona sur de Mesopotamia. Estaban articulados en ciudades-estado, aunque la capital administrativa era Hattusa. Este pueblo ya citado en textos bíblicos, hablaba una lengua de origen indoeuropeo escrita con caracteres cuneiformes, y mantuvo el pulso por la hegemonía en Oriente Próximo con naciones tan importantes como los imperios de Babilonia y Egipto.
Es muy desconocida aún su procedencia aunque parece claro que su fundador fue Labarna, nombre genérico o título que adquirieron después sus sucesores. Uno de los reyes que más destacó fue Hattusilli I, cuya política se basó en la expansión territorial mediante la guerra ya que eran adiestrados militares. Sus sucesores algunos muy relevantes, (Mursillis I, Suppiluliumas, Musrsillis II, o Muwatalis quien ganó a Ramés II en la batalla de Kadehs, entre otros), vivieron épocas de vaivenes tanto en la política interior como en la exterior. Hacia el siglo XII a. de C. los hititas vieron graves amenazas en los llamados Pueblos del Mar que aparecieron en el Oeste de Anatolia. Los frigios y finalmente los asirios que anexionaron sus territorios fueron los exterminadores de este imperio y de esta cultura.
La ciudad neolítica de Çatal Höyük en Anatolia fue el primer asentamiento más importante de todo el mundo. De sus habitantes provienen los hititas pueblo inteligente e inventor que nos legó la escritura, la rueda y el arado tirado por bueyes. Las ciudades de Derinkuyu y Kaymakli fueron construidas en sus primeras fases por las gentes de Hatti. Se ubican en el conjunto del Parque Nacional de Göreme y sitios rupestres de Capadocia, y fue declarado por UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1985. La primera referencia de estas ciudades la tenemos gracias al historiador griego Jenofonte quien narra en su obra “Anábasis” como los habitantes de esta región habían excavado sus moradas bajo la tierra, cuyos alojamientos eran tan grandes que permitían acoger a familias y a sus animales y lugares para almacenar alimentos.
Derinkuyu fue descubierta en la década de los 60 del siglo XX, por un habitante de la zona al derribar un muro de su vivienda. Los trabajos arqueológicos lograron llegar hasta unos cuarenta metros de profundidad aunque dicen que puede llegar hasta los ochenta metros de fondo. Podía albergar sin ningún problema y contando con todas las comodidades a unas tres mil personas pero en caso de ataques o crisis en el exterior podía ser ocupada por veinte mil personas. La finalidad de las ciudades subterráneas era su utilización exclusivamente como refugios para protegerse de las continuas invasiones a las que se vio sometida esta región en las diferentes etapas de su historia. Todas ellas se encontraban interconectadas lo que contribuyó a la creación de una actividad económica, mercantil y cultural única. Las galerías de Derinkuyu contaban con tres puntos estratégicos para bloquear el paso de los enemigos, mediante puertas circulares de piedra. Mediante un túnel de unos 9 km. de largo se comunicaba con la ciudad de Kaymakli. En los niveles que recuperaron los arqueólogos pueden apreciarse establos, comedores, cocinas, habitaciones, bodegas, prensas para el vino y el aceite, escuela, e incluso una iglesia. La ciudad era atravesada por un río en las profundidades terrestres. Contaba con pozos de agua y un sistema de ventilación que sorprende en la actualidad a los expertos en ingeniería.
Ambas ciudades son ejemplo de la ingeniería antigua más sofisticada lograda también por una composición del terreno de piedra volcánica blanda que hizo posible la realización de las excavaciones de los túneles y habitáculos, así como los impresionantes sistemas de pozos de agua y pozos de respiración. Su ubicación en un espacio espectacular modelado por la erosión contribuye a que sea uno de los lugares más mágicos y más atractivos del mundo.
Imágenes - edad de niebla -