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  • Foto del escritorMerche Toraño

El hombre de hoy ante el espejo




El concepto estético de masculinidad ha cambiado y continúa su evolución que se supone sin retorno. Solo tenemos que salir a la calle de una ciudad para ver los diferentes estereotipos que ofrece el hombre actual y como va cediendo en los viejos prejuicios y adaptándose no solo a nuevas formas de vida sino a nuevas visiones de su apariencia personal reconducidas por los cambios en los valores y esquemas sociales.


Estamos ante un hombre nuevo y con mayor autoestima en lo que respecta a una apariencia física que, aunque con lentitud, va dejando atrás los prejuicios inculcados por generaciones anteriores. Un nuevo hombre que se ocupa más de sí mismo que de lo que algunas mentes retrógradas puedan pensar de él. Y lo que hace todavía no demasiado tiempo en España era mal visto o juzgado como una excentricidad de alguna clase determinada, es hoy una necesidad para sentirse bien y libre. Afortunadamente para las narices ajenas, rigen nuevos conceptos mentales que abandonan aquella absurda teoría de que el hombre tenía que oler a "hombre" ,a tigre, entendiéndose esto como el nauseabundo olor a sudor. Actualmente, es bastante general que el hombre se preocupe por tonificar sus músculos, seguir las corrientes estilísticas del momento, utilizar productos cosméticos que hidraten su piel, se ocupe de sus arrugas o de su vello y cabello... En definitiva, a la mejora de su imagen porque, al final, todo contribuye a un mayor bienestar en la calidad de vida si pensamos que todo ello viene dado por un paralelo cambio progresivo en los esquemas y valoraciones sociales. Todo un cambio de mentalidad que conlleva estos valores estéticos y convierten al nuevo hombre en alguien desprejuiciado, que, como persona, deja atrás convencionalismos arcaicos, se preocupa por su cuidado corporal a tono con el siglo más moderno en el que viven y desligados de los tabúes que los acecharon durante tiempo.


Aunque en la historia ya hubo épocas en que el hombre también se ocupó muy mucho de su aspecto, fue esta práctica muy olvidada y denostada en las épocas más recientes llegando a considerar “afeminados” a los hombres que "osaban" utilizar perfumes o contrariar aquella estética en que la masculinidad se valoraba según un atuendo diseñado específicamente para ese género y con apenas variaciones de forma, colores muy austeros y tristes. Un estilo que todos conocemos porque rigió hasta hace muy poco tiempo y continúa todavía en la costumbre de quienes no admiten los cambios producidos por la evolución en la sociedad, una sociedad más libre en lo individual.


En las últimas décadas y desde que tenían uso de razón los niños recibieron una educación encorsetada y encerrada en el molde de un solo tipo de masculinidad que, opino, les ha hecho un daño del que no somos conscientes. También las mujeres han sufrido ese tipo de formación, pero hoy hablo de los hombres.


Por suerte evolucionamos como personas y ya no es solo la mujer la que se ocupa con esmero de su aspecto físico. Ya se ha salido de ese mundo como exclusivamente femenino. Cada vez son más los hombres que invierten tiempo y dinero a su cuidado personal. Afortunadamente, y por lo general, se ha llegado a entender , y no se puede obviar, que el hombre sufre las mismas agresiones medioambientales: radiaciones solares, estrés, envejecimiento, contaminación, y sus consecuencias para los daños en la piel y en la salud. Y estas consecuencias exigen, en un mundo moderno, los mismos cuidados que siguen ellas.


Es el espejo el que nos muestra nuestro exterior y que, dependiendo de la objetividad que podamos alcanzar ante la autocrítica, y obedeciendo a nuestros gustos personales, nos hace comprender, admitir y elegir entre las nuevas y diferentes corrientes estéticas del momento, vigentes, y que hay que considerar totalmente válidas en una sociedad que admite innovación y variedad. Será a su vez nuestro, también, mayor o menor grado de apertura de mente o intolerancia ante la modernidad lo que nos permita respetar los diferentes tipos de masculinidad con sus preferencias estéticas y de vida.


Es una realidad y como tal, la tenemos que normalizar.


Imagen de - edad de niebla -


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